Minería: patrimonio e historia
Galicia lleva 300.000 años explotando minerales
El uso de los productos minerales es el inicio de la cultura en Galicia. Desde la datación de las etapas de la prehistoria basadas en el uso de la piedra y de los distintos materiales, hasta los modernos edificios de cristal y hormigón, pasando por las murallas, las catedrales y los pazos, todos son productos de la minería.
Galicia es una Comunidad con una trayectoria histórica muy importante en relación con la actividad minera, que se remonta a épocas antiguas y que tuvo un papel ya sobresaliente en la época romana, en la que aparte de algunos minerales metálicos, entre los que destacaba el oro, se utilizaron rocas para la construcción y ornamentación, así como algunos minerales industriales tales como la arcilla cerámica.
La minería ha existido siempre en Galicia y forma parte de su patrimonio social y cultural
La prehistoria de la minería de Galicia
Hace 300.000 años, los primeros habitantes de Galicia eran cazadores y recolectores y, entre sus herramientas rudimentarias se encontraban piedras de sílex obtenidas de la superficie de la tierra que labraban para conseguir herramientas toscas.
Posteriormente, en el neolítico, los humanos lograron un mejor aprovechamiento de los recursos mineros y consiguieron pulimentar la piedra, moldear recipientes de arcilla y esculpir pequeños ídolos. En esa época se construyeron gigantescos dólmenes y ‘mámoas’ de granito. La minería, junto a la ganadería y la agricultura, permitieron el desarrollo de las primeras sociedades civilizadas.
Hacia el 3000 AC los habitantes de Galicia avanzaron en los usos de los minerales que estaban bajo sus pies dando paso a la edad de los metales. Primero el cobre y después el bronce (aleación de cobre y estaño) permitieron la creación de herramientas más sofisticadas. Al mismo tiempo, la minería de metales preciosos (oro y plata) dio paso a la orfebrería, símbolo de estatus económico en unas sociedades cada vez más avanzadas. La aparición de la metalurgia implica mayores conocimientos técnicos y una mayor complejidad de la economía y por lo tanto de la propia sociedad.
En torno al año 1500 AC se tienen indicios de comercio de los valiosos metales de Galicia hacia Bretaña y las Islas Británicas en buques cretenses o fenicios, lo que demostraría la influencia de la minería durante la edad de los metales. Al mismo tiempo que los metales, se realizan avances en el uso de las diferentes arcillas de Galicia para producir cerámica, que también era un valioso objeto en la edad de los metales.
La minería romana en Galicia
La llegada del Imperio Romano a Galicia impulsa el desarrollo económico y cultural de las sociedades locales. La tecnología de arquitectura e ingeniería es acompañada por una revolución en la minería, con novedosas técnicas.
La gran cantidad de recursos mineros disponibles, entre los que destacaban el plomo, la plata, el oro y el cobre, llevó a la Península Ibérica a convertirse en el primer distrito explotado a gran escala por los romanos en cuestiones mineras. Las explotaciones mineras romanas tenían en cuenta el conocimiento del territorio y se situaban sus minas en antiguos emplazamientos prehistóricos, pero también se buscaban nuevos yacimientos ricos en minerales a partir de prospecciones sistemáticas.
En la Gallaecia romana (Galicia, Asturias, León y Norte de Portugal) se produce una explotación sistemática y extensiva de los recursos auríferos hasta su agotamiento casi total. La importancia del oro gallego y su explotación cambiaron la sociedad y la economía de la época. Diferentes estudios científicos sostienen que hasta 190 toneladas de oro de Gallaecia pudieron ser enviadas a Roma.
Durante la romanización, otros metales fueron explotados, de la misma manera que se usaron rocas como granito y losas de pizarra para la construcción de algunos monumentos que han resistido hasta el presente. Entre ellos, la Muralla de Lugo, edificada con granito, mortero y pizarra de Galicia.
En esta etapa, la cerámica hecha con arcillas de Galicia evolucionó hasta una gran sofisticación. Además de una explotación del oro, los romanos lograron establecer las primeras instalaciones termales de las que se tiene constancia. Las aguas minerales de Galicia, con un componente mágico para los pueblos prerromanos, fueron parte de la sociedad imperial. Están documentados una veintena de lugares usados como fuentes termales, algunos de los cuales mantienen su uso hasta la actualidad, como las Termas de Lugo.
La minería medieval en Galicia
Tras la descomposición interna del Imperio Romano, los suevos ocupan Galicia. Los pueblos germanos se dedicaban sobre todo a la agricultura, relegando la minería a un segundo plano. La actividad minera se estanca, continuando la herencia de los métodos romanos, pero sin contar con su organización y su sentido comercial.
Debido a la resistencia de los pueblos y a la orografía, la invasión árabe no tuvo éxito en Galicia. Sin embargo, entre la ocupación de Lugo por Muza en el año 714 y el arrasamiento de Santiago por Almanzor en el 997, los árabes mostraron interés por el oro y piedras para joyería, como los berilos, de la zona de Viveiro.
Coincidiendo con la ocupación árabe se suceden las invasiones normandas, que rechazadas por las fortificaciones de Santiago de Compostela, se dirigen al interior del país empleando las minas y ferrerías del área del Cebreiro para abastecerse y guerrear durante dos años.
Los conflictos continuaron debido a las luchas entre señores feudales, los intentos de independencia de Portugal y la amenaza de invasiones desde el exterior; lo que propició el auge de la minería y las ferrerías, perfeccionándose los procedimientos.
Hacia 1128, coincidiendo con independencia de Portugal, se inició una época de tranquilidad que propició las peregrinaciones a Santiago y con ellas la entrada de nuevos conceptos y vanguardias. Las rocas ya no solo se emplean como piedras y sillares de construcción, de modo que la caliza convertida en cal se empleaba como argamasa para la construcción de la catedral compostelana y para otras edificaciones. Se dice que los peregrinos que llegaban por el Camino francés llevaban a modo de ofrenda trozos de caliza procedente de Triacastela que dejaban a su paso por Castañeda (Arzúa) en los hornos de cal.
Hacia finales del siglo XII, se construye en Hospital de Incio la única iglesia de mármol de Galicia: San Pedro Félix, muestra también de primitivas labores en hierro.
Se aprovechaban entonces minerales con alta ley en hierro y bajo contenido en fósforo, por lo que los aceros (mezcla de hierro y carbono) de Galicia cobran fama mundial, siendo el puerto de Pontevedra el principal punto de exportación.
Una vez finalizadas las Revueltas Irmandiñas y la Reconquista, sube la demanda de estaño para “potería” y se concentran en Santiago talleres de ‘picheleiros’ que trabajan el estaño fino para venta local y para exportaciones. Mientras tanto, Maceda ostentaba el dominio de los yacimientos de hierro y ferrerías.
La minería durante la Edad Moderna en Galicia
El siglo XVII se caracteriza por un nuevo abandono de la minería debido a la fuerte competencia proveniente de América y a las trabas burocráticas. Asimismo, la sobreexplotación maderera unida a la creciente dificultad para obtener carbón vegetal y el envejecimiento de las técnicas utilizadas aceleran el declive de la minería férrea en Galicia.
Sin embargo, cien años después se produce el despegue industrial de Galicia gracias a la utilización de pólvora en el avance de pozos y galerías, al empleo de la máquina de vapor y al salto de la ferrería al alto horno. Es durante este siglo cuando cobran protagonismo el estaño de Monterrei y el cobre de Valdeorras.
El siglo XIX está marcado por los conflictos bélicos. Sargadelos disponía desde 1791 de dos unidades de fundición -las primeras de España- y su siderurgia alcanza producciones límite, lo que afecta positivamente a las fábricas de armas y ferretería de Quiroga, Monforte, Sarria, A Fonsagrada y Ribadeo.
Hacia finales de este siglo, debido al auge de la industria conservera, se incrementa la demanda de estaño y los capitales extranjeros comienzan a participar en la minería de Galicia.
El geólogo alemán Guillermo Schulz recorre Galicia por Real Orden de Fernando VII y publica una síntesis geológica y minera de Galicia, la Descripción geognóstica del reino de Galicia, donde se describen los principales yacimientos de grafito, antimonio, lignito, piritas, estaño y wolframio.
Con la llegada del siglo XX y durante las dos guerras mundiales, cobran protagonismo los yacimientos de minerales para apoyar a los ejércitos. En la Primera Guerra Mundial se exportan desde Galicia carbón y hierro hacia los contendientes, a la vez que aumentan las extracciones de wolframio y estaño. Sin embargo, los extractores ilegales continúan su explotación selectiva en busca de beneficios rápidos.
Durante el periodo de entreguerras se mantiene esta empobrecedora situación, con evasión de impuestos y contrabando de minerales a través de la frontera con Portugal. Los métodos extractivos rudimentarios se traducen en bajas recuperaciones y en la generación de enormes escombreras.
La extracción de wolframio fue un filón importante para Galicia durante esta época para su uso en filamentos de bombillas de incandescencia, para aleaciones duras en herramientas de corte y para piezas de artillería y blindajes militares. Durante la Segunda Guerra Mundial, el gobierno alemán, con carencia de estaño y wolframio, impulsa su extracción con un evidente afán de rapiña, pero sentando las bases de una explotación más eficaz.
La minería entre el S.XX y el S.XXI
Hacia mediados del siglo XX, con el despegue económico de España, la minería de Galicia recibe nuevas inversiones y se producen aperturas de minas altamente productivas, con tecnologías punteras y métodos sofisticados de extracción. Dos ejemplos claros son las minas de As Pontes y Meirama, en A Coruña, que produjeron millones de toneladas de carbón energético desde los años 1970 a los 2000.
Asimismo se produce un cierre de las minerías metálicas de plomo, cobre y estaño ante la bajada de precios a nivel mundial.
A finales de la década de 1960, el tradicional sector de extracción de pizarra dio un vuelco con la creación de empresas gallegas que hacían frente a la demanda de losa para cubierta a nivel internacional. Desde entonces y hasta bien entrado el siglo XXI, el sector pizarrero se mantiene como el motor de la minería de Galicia por valor de producción.
La industria del granito, incipiente en la primera mitad del siglo XX con Octavio Ramilo, vivió un despegue con la exportación de piedra a Italia. De una empresa nacional se creo un sector pujante, a la vanguardia tecnológica y que ha logrado situar a la roca ornamental de Galicia como un valor seguro en las exportaciones.
Con el cambio de siglo y una revolución tecnológica mundial sedienta de metales, los proyectos de minería de estaño, cobre, wolframio y coltan se han reactivado en Galicia.