La llegada del AVE a Galicia ha puesto fin a una obra en la que la minería gallega ha sido clave al aportar suministros y materiales. En diciembre de 2021 se inauguró el tráfico de pasajeros en las vías del tren de alta velocidad a Madrid. Según datos oficiales, de Adif y el Gobierno de España, en los 16 años de obras se han invertido 9.000 millones de euros destinados a proyecto, construcción, excavación y electrificación.
Esta obra faraónica en la que han trabajado miles de personas ha sido ejecutada gracias a la minería. Y es que los trenes se construyen con materiales procedentes de la actividad de minas y canteras. Por ejemplo, las catenarias están hechas de cobre, mientras que la estructura del tren y su funcionamiento dependen en buena parte de este y otros metales como el hierro, el manganeso, el aluminio, el plomo o el molibdeno.
Pero si hay una materia prima protagonista en este viaje son sin duda los áridos de Galicia, un material granulado que tiene múltiples aplicaciones en la vida diaria, entre ellas la fabricación de las vías de los trenes. Los áridos son los que soportarán, gracias a sus propiedades físicas, velocidades de hasta 350 kilómetros por hora y los que han sido capaces de dar forma a los 400 kilómetros que unen la estación de Chamartín con la de Ourense y los que comunican esta con el resto de ciudades gallegas. A grosso modo, podemos decir que para hacer un kilómetro de vía de AVE se necesitan más de 10.000 toneladas de áridos.
Los áridos son un recurso de proximidad, usados no solo en este medio de transporte, sino también en la construcción de autopistas y carreteras, de edificios, de puertos, de puentes y de un largo etcétera. Por ello, podemos afirmar que la actividad de las canteras gallegas es directamente proporcional al desarrollo de nuestra comunidad. El consumo de áridos es un indicador de bienestar y progreso, ya que son la base de la construcción y de vías de comunicación como el tren de alta velocidad.
146 millones de toneladas de áridos para el trazado del AVE
Las canteras gallegas son las que han hecho posible esta obra de ingeniería, sobre todo en el tramo entre Zamora y Ourense, una zona especialmente complicada por su orografía. Y es que los áridos gallegos se caracterizan por su calidad.
Las decenas de túneles y viaductos han precisado de millones de metros cúbicos de hormigón, compuesto hasta en un 75% de arenas y gravas de cantera. La Asociación Galega de Áridos (Arigal) estima que las canteras de la comunidad han aportado 146 millones de toneladas de arenas, gravas y balasto que han permitido la construcción de 314 kilómetros de trazado lineal a través de una difícil orografía.
En total se trataría de una cifra de unos 3,5 millones de camiones de gran tonelaje repletos de productos de minas y canteras de Galicia que se han empleado durante 16 años para acercar Madrid a Galicia con una infraestructura ferroviaria de última generación. Puestos en fila, los camiones darían la vuelta completa a la Tierra y aún sobrarían para unir Madrid y Siberia.
El tramo entre Pedralba y Ourense, de 101 kilómetros lineales, atraviesa las montañas del macizo central ourensano con 32 viaductos y 31 túneles, muchos de ellos bitubo, es decir, con un hueco para cada sentido de la vía. El tramo suma casi 11 kilómetros de viaductos y 126 kilómetros de túneles de ambos sentidos. La llegada de la alta velocidad se inició en 2011, con la entrada en servicio del tramo de 150 kilómetros entre Ourense, Santiago y A Coruña.
El balasto de las vías
El recurso árido aportado de mayor valor es el que sustenta las propias vías y traviesas y se denomina balasto. Se trata de un tipo de árido con una granulometría especial (entre 40 y 150 mm), que tiene la misión de aportar estabilidad a la vía ferroviaria, permitiendo que resista el paso del tiempo con la geometría dada durante su construcción.
De las canteras gallegas se extrajeron 900.000 toneladas de balasto colocadas entre Rionegro del Puente (Zamora) y Ourense en los últimos cinco años. Previamente, en el tramo Ourense-Santiago, ejecutado antes de 2011, se colocaron otro millón de toneladas. Las empresas suministradoras, que deben contar con exigentes certificados de calidad para este producto, fueron Canteras de Richinol SL, Francisco Gómez y CIA, Marín Petróleos y Mibasa.
El balasto cumple también otras funciones muy importantes para la seguridad de los viajeros y el mantenimiento de las infraestructuras: distribuye las presiones que trasmite la vía al terreno, haciendo que sean admisibles para este; ofrece amortiguación ante las vibraciones que generan los vagones al deslizarse sobre los raíles y permite un buen drenaje de las aguas pluviales, evitando que se deteriore el conjunto.
“Los productos áridos de las canteras y graveras de Galicia, sobre todo los de la provincia de Ourense y Lugo, han sido vitales para la llegada del AVE. Las empresas que extraen arenas y gravas han demostrado su capacidad de producción, su versatilidad y la calidad de sus productos ante las empresas constructoras más importantes de España”, explica Alberto Novoa, presidente de Arigal.
Estaciones e infraestructuras para pasajeros
Además de los tramos, túneles y puentes, se han tenido que edificar o remodelar estaciones de pasajeros para el Ave. En todas ellas se han empleado, también materiales de construcción elaborados por empresas gallegas con rocas y minerales. De esta manera se han suministrado pizarras y prefabricados de hormigón para pavimentos; tejas y ladrillos para edificaciones; así como cientos de toneladas de hormigón para estructuras. Estos productos han servido para la nueva estación y centro comercial de Vialia (Vigo), la intermodal de Santiago de Compostela, para varias estaciones intermedias en localidades más pequeñas y serán empleados en las mejoras (en curso o en proyecto) de las estaciones de Santiago, A Coruña y Ourense.
En diciembre de 2021 cientos de viajeros pudieron estrenar el tren de alta velocidad entre Madrid y Ourense. El tan esperado AVE a Galicia ha llegado tras más de dos décadas desde que se pusiese la primera piedra: ahora la capital española está a poco más de dos horas gracias a este medio de transporte moderno y sostenible, construido gracias a la minería de Galicia.