La minería del oro en la Hispania romana constituye uno de los ejemplos más notables de explotación de recursos en la Antigüedad. Galicia, junto con el noroeste de la Península Ibérica, se convirtió en un territorio estratégico para Roma gracias a la abundancia de este metal precioso. Las técnicas mineras aplicadas, el volumen de recursos movilizados y las huellas que dejaron en el paisaje convierten a esta actividad en un capítulo fundamental de la historia minera gallega.
El oro era un recurso crítico para el Imperio romano. Se empleaba en la acuñación de moneda, la fabricación de objetos de prestigio y el sostenimiento del aparato militar y administrativo. Hispania fue una de las principales fuentes de suministro. La cifra exacta de oro extraído es objeto de debate entre los especialistas, pero las estimaciones más aceptadas sitúan la cantidad en torno a 190 toneladas de oro procedentes de Galicia.
Para ponerlo en contexto, esa cantidad equivaldría hoy a más de 23.000 millones de euros (según la cotización actual una onza troy), y representa un volumen que no volvería a alcanzarse en la minería europea hasta la Edad Moderna. A modo comparativo, la producción mundial de oro en 2024 fue de 3.680 toneladas aproximadamente, pero, en aquella época, la magnitud de la actividad romana en Galicia era sin precedentes en Europa occidental.
Técnicas de explotación
La minería romana en Galicia alcanzó un grado de sofisticación notable. La técnica más emblemática fue la ruina montium, descrita por Plinio el Viejo en su enciclopedia Naturalis historia. Este método consistía en excavar galerías en el interior de los montes y después inundarlas con agua transportada mediante una compleja red de canales y depósitos. La presión del agua provocaba el colapso de la montaña, liberando los materiales auríferos, que después eran lavados y cribados para obtener el oro.
La magnitud de las infraestructuras hidráulicas construidas da cuenta de la envergadura de estos proyectos: canales de decenas de kilómetros, depósitos de regulación y sistemas de distribución que movilizaban ingentes volúmenes de agua. Todo ello requería una meticulosa organización logística y una mano de obra abundante, que incluía tanto trabajadores libres como esclavos.
Sin embargo, además del célebre método de la ruina montium, destacan los denominados “peines”, formaciones que consistían en una serie de canales secundarios dispuestos en paralelo -de ahí su nombre- que recibían el agua cargada de sedimentos auríferos. El flujo se distribuía hacia una sucesión de piscinas escalonadas o cajones de decantación, donde la disminución de la velocidad del agua favorecía la sedimentación selectiva de las partículas más pesadas, principalmente las pepitas y arenas de oro, mientras que los materiales más ligeros eran arrastrados aguas abajo.
Estas técnicas muestran el alto grado de conocimiento hidráulico y de ingeniería ambiental que alcanzaron los romanos en el noroeste peninsular. Además, evidencian la integración de la minería en el paisaje, ya que muchas de las antiguas piscinas y canales han sido reutilizadas en épocas posteriores para riego agrícola o abastecimiento de agua, formando parte del rico patrimonio etnográfico gallego.
Minería aurífera romana en Galicia: más allá de Las Médulas
El yacimiento más famoso vinculado a la minería romana es Las Médulas, en León, donde la ruina montium dejó un paisaje espectacular declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Sin embargo, Galicia cuenta también con ejemplos excepcionales de minería aurífera romana, a menudo menos conocidos, pero de gran relevancia. La proximidad de estas zonas auríferas evidencia la amplitud del frente extractivo que Roma desplegó en el noroeste peninsular.
En Galicia se han documentado explotaciones en Valdeorras, Quiroga, O Courel o la comarca del Deza. En O Courel, por ejemplo, destacan los sistemas de canales y cortas mineras que atestiguan el uso de la ruina montium, adaptada a la compleja topografía gallega. En Valdeorras y el entorno del río Sil, se conservan importantes restos de canales y depósitos, y en el Deza se pueden observar las huellas de cortas y escombreras que han quedado integradas en el paisaje local. Estos enclaves, aunque menos mediáticos que Las Médulas, son fundamentales para comprender la verdadera dimensión de la minería romana en Galicia y su capacidad de transformar el territorio.
Organización y sociedad minera
La explotación aurífera romana en Galicia también dejó una impronta social. La administración imperial controlaba directamente estas minas, gestionadas a través de procuradores y con un sistema fiscal específico. La actividad minera favoreció la romanización de la zona: construcción de vías para conectar explotaciones, asentamiento de poblaciones y fomento de intercambios económicos.
El oro de Galicia viajó a Roma y al resto del Imperio, pero también transformó la vida local. Muchos de los enclaves asociados a la minería se convirtieron en núcleos permanentes de población, algunos de los cuales pervivieron más allá de la Antigüedad.
Patrimonio, legado actual y conexión con la minería sostenible
Hoy en día, las huellas que dejó la minería romana son objeto de estudio arqueológico y de puesta en valor patrimonial. Galicia conserva numerosos vestigios que forman parte de una red patrimonial de gran interés científico y cultural. Espacios como las explotaciones de O Courel, Valdeorras o el entorno del río Sil resultan imprescindibles para comprender cómo Roma transformó el paisaje gallego a través de la minería.
Además, estos restos suponen también un recurso para el turismo cultural y científico, generando un puente entre la historia minera antigua y los debates actuales sobre sostenibilidad y transformación del territorio. El conocimiento de este pasado minero demuestra la tradición de Galicia en la gestión de recursos naturales y la capacidad de adaptación a los retos técnicos y ambientales de cada época. Hoy, la recuperación de este legado inspira nuevas formas de integración entre minería y conservación del paisaje, conectando la experiencia histórica con el compromiso actual hacia una minería responsable y sostenible.
Mina Romana de A Toca en Serra do Courel
En definitiva, la minería del oro en la Hispania romana fue un fenómeno de gran trascendencia histórica que marcó el paisaje gallego. Hoy, gracias a la investigación arqueológica y la conservación patrimonial, podemos comprender mejor la dimensión de este fenómeno y valorar el papel de Galicia en la historia minera europea. La minería aurífera romana no solo dejó oro en las arcas de Roma: también dejó una memoria que sigue viva en el paisaje gallego, inspirando a las nuevas generaciones de profesionales que trabajan por una minería moderna y sostenible.