En 2009 la Unesco decidió que la Torre de Hércules, el faro que vigila la entrada de A Coruña, fuera declarado Patrimonio de la Humanidad. Se trata del único faro de la antigüedad grecorromana que mantiene, en parte su aspecto, y aún mantiene la misma función para la que fue edificado.
Cuando los ingenieros romanos decidieron señalizar la entrada a las rías de Brigantium, lo hicieron en un extremo rocoso y hostil de su imperio en Finisterrae. Tenían que marcar un puerto de abrigo para los barcos que enlazaban Hispania con las Islas Británicas y la Galia.
No se sabe con certeza como era el aspecto original de la Torre de Hércules, pero parece que contaba con un muro perimetral exterior y con una rampa o escalera de piedra que daba acceso a una plataforma superior. Arriba abría una planta circular acabada en forma de cúpula con un hueco en el centro para la saída de la luz y el humo que serviría de guía a los barcos. El núcleo interior, que fue excavado e investigado en 1990, tiene una base cuadrada. En altura, se articulaba en tres pisos sucesivos, los huecos estaban abiertos con bóvedas de cañón. Posiblemente estos espacios pudieran servir, entre otras funciones, para guardar el combustible del faro.
El material de construcción inicial era el de la roca madre granítica sobre la que se edificó, piedra obtenida en las inmediaciones del montículo de la Torre, así como mortero de cal y áridos obtenidos del machaqueo del granito y otras rocas de la zona. Los ingenieros romanos siempre optimizaban el proceso de construcción con los materiales más adecuados y accesibles.
Las piedras de la Torre de Hércules
La elección del granito de Galicia garantizó la pervivencia del edificio casi inalterable durante varios siglos, a pesar de ser un objetivo bélico durante las invasiones de los bárbaros y en la Edad Media y perder su función como ayuda al tráfico marítimo. La atalaya en la que se edificó le dio valor como fortaleza durante ese tiempo.
En 1208, cuando se funda la ciudad de A Coruña, bajo el reinado de Alfonso IX de Castilla, la Torre de Hércules, ya sin actividad como faro, fue abandonado y buena parte de sus valiosas piedras, expoliadas para la construcción de edificios, iglesias y de la muralla medieval. Hacia el siglo XVI, bajo el reinado de los últimos reyes de la Casa de Austria, el faro recuperó su uso marítimo con reparaciones improvisadas y de bajo presupuesto, para facilitar el tráfico de navíos europeos.
No sería hasta el reinado de Carlos III, cuando se le encarga a Eustaquio Giannini una restauración completa de la Torre de Hércules. En el exterior se revistió el núcleo primitivo romano con bloques de granito de 60 centímetros. Esta nueva fachada tiene una sobria decoración neoclásica y una duplicidad simétrica y regular de los vanos que en su mayor parte son falsos y que sólo en algunos casos se corresponden con las antiguas entradas romanas a las estancias interiores (a veces tapiadas en parte para mantener la regularidad en la fachada). La banda diagonal, que recorre los muros en espiral hasta la cumbre, recuerda la antigua rampa romana de acceso.
En la parte superior, se llevó a cabo la demolición de los restos romanos y los del siglo XVII, que son sustituidos por un nuevo final de dos cuerpos octogonales superpuestos; el superior contenía inicialmente el fanal, que alimentado por carbón serviría de luminaria. En las dos puertas de entrada hay unas placas de cobre con inscripciones conmemorativas, en castellano y latín, que dan testimonio de la restauración encargada por Carlos III.
El aspecto exterior de la Torre de Hércules cuando fue terminada en 1791, con sus 57 metros de altura de granito claro, era muy similar al que se mantiene hasta ahora.
Granito de Galicia para el símbolo de A Coruña
Los ingenieros de la Ilustración también quisieron ser prácticos a la hora de edificar el faro. Por ello emplearon granito de las explotaciones más próximas y accesibles. Los estudios arqueológicos modernos y la documentación conservada del siglo XVIII identifican las rocas como de varios tipos de granito local, pudiendo ser una parte de extracciones al pie de la Torre, por encontrarse en un bloque granítico. Otra parte procede de canteras de las zonas de San Pedro de Visma y de San Cristóbal, a un kilómetro aproximadamente de distancia del emplazamiento.
Sin duda que la abundancia de la piedra de granito, su robustez y facilidad de trabajo por parte de canteros expertos durante dos milenos ha permitido que el símbolo de la ciudad de A Coruña sea, en buena parte, fruto de la minería de Galicia.