El noroeste peninsular cuenta con una fuerte tradición minera, en Galicia concretamente hemos de remontarnos a la Prehistoria para encontrar los primeros restos antropológicos realizados con recursos mineros. Pertenecemos a una tierra que destaca por conservar petroglifos y dólmenes de más de 4000 años de antigüedad, y también por ser un lugar muy ligado a las profesiones y a los gremios, siendo el de los canteros uno de los más antiguos.
Los historiadores sitúan el nacimiento del oficio de los canteros en Galicia en la Edad Media. Se trata de un colectivo que tuvo su auge sobre todo en zonas de la provincia de Pontevedra, en comarcas como la de Terra de Montes o el Morrazo.
El de los canteros es un gremio con un fuerte vínculo hacia las raíces del pasado, artesanos que en sus manos tenían piedras con miles de años de historia y en su boca, palabras de origen prerromano. Y es que los canteros se comunicaban en un lenguaje propio conocido como latín de los canteros o verbo de los arginas, un dialecto que ha llegado hasta nuestros días, especial y ocultista, que guarda los secretos de uno de los gremios con más tradición de Galicia y que ha sido trasmitido de generación en generación. El objetivo de este críptico dialecto era el traspaso de conocimientos en una época en la que casi nadie sabía leer ni escribir.
Se han realizado muchos estudios sobre este particular lenguaje y de ellos se ha extraído que el latín de los canteros es un dialecto inventado, resultado de la mezcla y las conjugaciones de lenguas prerromanas como el vasco y de otros idiomas como el inglés o el francés. Este lenguaje se extendió rápidamente por Galicia y Asturias y fue además el punto de partida en el nacimiento de otros dialectos como el del gremio de la construcción conocido como latín de los chafoutas.
El latín de los canteros estaba asociado a los grandes maestros de la piedra, por lo que gozaba de gran prestigio. Una lenguaje que incluso Celso Emilio Ferreiro utilizó en algunos de sus versos: «Os quintos i os alcamotes cantan, crean, constrúen, doman a pedra, levantan ciudades e as caicoas, as arias xidas, as xarnas e as xarelas. O mundo é unha pedra, os camiños están estrados de arias guiches. E o fogo –isa cousa do ceo– arde sobre as arias de mariñar o rufo». En la actualidad es posible encontrar algunos diccionarios que aglutinan el extenso vocabulario de los canteros, como O verbo dos arginas de Avedra, de Feliciano Trigo, que recopila hasta 4.000 términos.
Los canteros no solo tenían su lengua, sino que tenían también sus propias tradiciones orales, con “canturras” en el verbo de los arginas con temas como el día a día en la cantera, el trabajo de la piedra o la forma de vivir en aquellos tiempos. Cabe destacar que se trata de cantigas que siguen las mismas normas que las de la poesía culta, es decir, con versos de ocho sílabas, rima asonante o consonante y unidad en el tema. Otras cantigas que han llegado hasta nuestros días estaban compuestas en gallego, las “cantigas de trabajo” que se cantaban al contrapunto de una voz o una señal y que servían para alentar a los canteros a la hora de mover grandes piedras.
Pedriña, pedra,
Pedra da soleira;
Ponte no teu sitio
ó lado da compañeira.
El lenguaje no es más que una herramienta, al igual que lo son los picos, los mazos o las sierras. Por eso, si el oficio de cantero se pierde, el verbo de los arginas también estará destinado a olvidarse. Por fortuna, algunas iniciativas tratan de mantener viva esta profesión, adaptándola a las necesidades actuales del mercado con titulaciones homologadas como la de la Escola de Cantería de Pontevedra.