El aprovechamiento económico del fondo del mar tal y como lo imaginó Julio Verne en su novela Veinte mil leguas de viaje submarino está mucho más cerca de lo que nos imaginamos.
Según la Comisión Europea, la extracción de minerales del fondo del océano tiene un enorme potencial, ya que estos pueden presentarse en altas cantidades. Por ello, mediante su extracción, se garantiza la seguridad de su abastecimiento, y se cubre el hueco del mercado cuando reciclar esos minerales ya no sea posible ni adecuado, o cuando la explotación de minas en tierra firme sea demasiado costosa. No obstante, la falta de conocimientos sobre las profundidades marinas hace que se deba abordar esta actividad con cautela. Por ello, la Comisión Europea ha emprendido varios estudios y proyectos destinados a arrojar luz sobre los beneficios e inconvenientes relativos a este tipo de extracciones.
La extracción minera en el fondo marino
Durante el último medio siglo, una serie de exploradores mineros han tratado de llegar hasta el fondo del mar para recolectar los minerales metálicos que, a simple vista, parecen trozos de carbón. La primera incursión en busca de metales en las profundidades marinas tuvo lugar en 1873 cuando el buque oceanográfico HMS Challenger recogió varias piezas en forma de óvalo compuestas por óxido de manganeso casi puro. En la época, el óxido de manganeso se utilizaba para teñir algodón, pero dado que la demanda se podía cubrir con los recursos de la superficie, se tardó casi un siglo en recuperar este hito.
Es a finales de la década de 1960 cuando varios consorcios retomaron el estudio de las profundidades marinas, más concretamente de la extracción de minerales en la zona de Clarion-Clipperton en el Pacífico. Ocupa un área de unos 4,5 millones de kilómetros cuadrados en aguas internacionales. Se estima que esta zona contiene más cobalto, níquel, cobre y zinc que todos los depósitos terrestres combinados.
El problema que surge con la minería submarina es el desarrollo de tecnologías que hagan eficiente y seguro operar a esas profundidades, ya que a 6.000 metros de profundidad la presión es 600 veces mayor que la presión del nivel del mar, un obstáculo gigantesco si lo que se pretende es funcionar permanentemente en el fondo marino.
Ya se están comenzando a importar técnicas de otras industrias extractivas, como la petrolera, al introducir el uso de vehículos submarinos autónomos. Pero en cuanto a las consideraciones puramente económicas, la extracción de minerales del lecho marino dependerá de la regulación y de cómo se repartan los ingresos derivados de la extracción, ya que esta se realiza, mayoritariamente, en aguas internacionales.
Qué se puede encontrar en el fondo del mar
En la extracción de minerales en aguas profundas, se pueden hallar tres tipos de orografía con distintos recursos y características:
- Nódulos polimetálicos. A una profundidad de 6.000 metros, se pueden encontrar estas esferas rocosas que constituyen una concentración extraordinaria de metales. Son muy abundantes en las llanuras del fondo del océano Pacífico.
- Sulfuros masivos. Son minerales formados por la acción volcánica compuestos, casi totalmente, por sulfuros. Están situados en las crestas oceánicas con actividad volcánica, entre 1.500 y 3.500 metros de profundidad.
- Corteza. Rica en cobalto, se sitúa al pie de los flancos de antiguos volcanes, entre 800 y 2.500 metros de profundidad.
Se estima que en torno a 2020, el 5% de los minerales utilizados en el mundo podrían obtenerse de los fondos oceánicos. La minería submarina a grandes profundidades comienza a dar sus primeros pasos y ya se han concedido permisos para explotar yacimientos en el Pacífico y en el Atlántico Sur en busca de minerales cuyas reservas en tierra firme están próximas a agotarse.
La riqueza submarina de las Islas Canarias
Los montes situados al suroeste de las Islas Canarias, denominados Tropic y The Paps, albergan concentraciones entre cien y mil veces superior a la media de metales declarados estratégicos por la Unión Europea debido a su escasez y su interés para la industria tecnológica de las energías renovables.
El Instituto Geológico y Minero Español (IGME) junto con la Universidad Complutense de Madrid realizaron un estudio en el que se detallan los minerales presentes en las costras de ferromanganeso que recubren el monte Tropic, el cuál saltara a la fama a principios de 2017 cuando una expedición del Britain’s National Oceanography Centre (NOC) lo señalara como una de las mayores reservas de telurio del planeta. El estudio pretende poner en valor la riqueza potencial en metales estratégicos de los montes submarinos situados al oeste de El Hierro.
Estos montes submarinos están recubiertos por depósitos de ferromanganeso de hasta diez centímetros de grosor. Estos depósitos tardaron millones de años en formarse y suelen ser muy ricos en metales y tierras raras. En los montes The Paps, situado en la franja de 200 millas bajo la jurisdicción española, y Tropic, emplazado en la ampliación de la plataforma canaria que el Gobierno español ha pedido a Naciones Unidas, la concentración de telurio es cien veces más alta que la media de la zona. Pero es que materias primas como antimonio, arsénico, manganeso, plomo, níquel y cobalto, tienen una concentración próxima a 500 veces la media de la corteza terrestre, y el molibdeno rebasa entre 500 y 1.000 veces la media.
El telurio es un componente que, si se encuentra en cantidad suficiente, podría desarrollar la segunda generación de células fotovoltáicas, ya que mejora el rendimiento de las actuales, basadas en silicio. Una capa de cadmio-telurio de una milésima de milímetro absorbe el 90% de la energía solar que recibe y puede producir energía con menos coste y menos peso que la tecnología basada en silicio.
Hay otros siete materiales catalogados como estratégicos o críticos que aparecen en concentraciones superiores a la media: vanadio, itrio, lantano, praseodimio, zinc, fósforo y hierro.
Cómo se controla la minería submarina
Se estima que para 2050, la demanda de metales considerados estratégicos, como cobalto, níquel, cobre y manganeso, será realmente urgente. La demanda global de níquel, por ejemplo, es en la actualidad de unos dos millones de toneladas anuales. Pero es que para 2030, se necesitará, al menos, el doble. En tierra firme sólo se han estimado reservas de 76 millones de toneladas. Y con el cobalto pasa igual, además de que el 60% de las reservas mundiales se encuentran en la República Democrática del Congo, un país altamente inestable.
Por ello se hace imprescindible nuevas vías para acceder a las materias primas, y con estas nuevas vías, nacen nuevas regulaciones.
Las empresas que decidan comenzar la explotación del lecho marino tendrán que enfrentarse a más controles de las organizaciones medioambientales y penalizaciones por el incumplimiento de las normas de la Autoridad Internacional de Fondos Marinos (ISA). Este organismo, perteneciente a Naciones Unidas, fundado en 1982 y compuesto por 168 países, administra las licencias para explotar recursos a grandes profundidades que se encuentran en aguas internacionales, es decir, controla el 54% del fondo de todos los mares del mundo. Al estar estas zonas y los recursos que puedan ofrecer como herencia común de la humanidad, la ISA tiene el mandato de recoger los frutos obtenidos de la minería submarina para distribuir los beneficios entre los países en vías de desarrollo que no pueden explotar esos recursos por sí mismos.
Al mismo tiempo, la función de la ISA es conceder los permisos de exploración y eventualmente de explotación, basándose en un complejo código de regulaciones acordadas por los países miembros y organizaciones observadoras integrantes de la ISA.
Cualquier iniciativa de la ISA destinada a relajar las restricciones impuestas por el momento, dará lugar a una verdadera carrera en cuanto a la extracción de minerales del fondo marino. Pero lo cierto es que todo se reduce al coste de extracción: si resulta más barato extraer los minerales del mar que de la superficie, se terminará imponiendo este modelo. Aun así, la minería submarina nunca eclipsará a la extracción en la superficie, sino se producirá una combinación de las dos.
Los fondos marinos son los grandes desconocidos del planeta. Pero en la última década ha pasado de ser una posibilidad lejana a una realidad probable. Con el objetivo de llevar a cabo una minería altamente tecnológica y que cumpla los más elevados estándares de sostenibilidad, la extracción de minerales del mar representará un 5% de la oferta global en 2030 y el 15% para 2050.