La cerámica tradicional de Galicia fruto de su minería

2025-04-30T17:04:14+02:0030/04/2025|

La industria minera de Galicia ha jugado un papel fundamental en el desarrollo de la cerámica tradicional. Los abundantes depósitos de arcilla, caolín, feldespato y cuarzo han proporcionado a los artesanos locales los materiales necesarios para crear piezas únicas y de gran calidad, reconocidas y valoradas a nivel mundial.

La cerámica de Galicia tiene sus raíces en tiempos prehistóricos, cuando materiales como la arcilla se utilizaban para fabricar utensilios domésticos y objetos ornamentales. Con la llegada de los romanos, las técnicas se perfeccionaron y se extendieron a la construcción de edificios.

Durante la Edad Media, la producción de cerámica en Galicia se consolidó, aprovechando los abundantes recursos minerales disponibles en la región. La minería de arcilla y caolín proporcionó las materias primas necesarias para la alfarería, permitiendo el desarrollo de una rica tradición artesanal que ha perdurado hasta la actualidad.

En Galicia contamos con varios centros de producción de cerámica tradicional con una amplia trayectoria. Estos centros no solo mantienen viva la tradición alfarera gallega, sino que también innovan y adaptan sus técnicas productivas a los tiempos modernos.

Entre los más conocidos, destacan Sargadelos, con más de 200 años de tradición en la fabricación de piezas de porcelana; la cerámica de Buño, conocida desde la Edad Media por su barro cocido; la olería de Bonxe, en la Terra Chá, famosa desde la época romana; los ‘louceiros’ de Bamio, una parroquia de Vilagarcía de Arousa con una tradición alfarera de alrededor de tres siglos; los ‘cacharreiros’ de Niñodaguia, en la comarca de A Limia; o la famosa cerámica negra de Gundivós. Todos estos lugares representan un importante valor histórico y cultural para Galicia.

Sargadelos, buque insignia de la cerámica gallega

La historia de Sargadelos comienza en 1806, cuando Antonio Raimundo Ibáñez, Marqués de Sargadelos, fundó la Real Fábrica de Sargadelos en Cervo (Lugo). Ibáñez, un visionario industrial, aprovechó los recursos naturales de la región, como el caolín y la arcilla, para crear una fábrica de loza que revolucionó la industria cerámica en España.

Tras la muerte del Marqués de Sargadelos en 1809, la fábrica pasó por varias etapas de gestión y producción, destacando siempre por su innovación en el diseño y la calidad de sus piezas. A mediados del siglo XIX, la fábrica enfrentó dificultades económicas y, finalmente, cerró en 1875.

Ya en el siglo XX, la cerámica de Sargadelos resurge gracias al impulso del ceramista e intelectual Isaac Díaz Pardo, quién, en 1949, inició un taller cerámico que se convertiría en el nuevo complejo industrial de Cerámica do Castro. Este renacimiento combinó la tradición con la modernidad, consolidando a Sargadelos como un referente cultural y artístico a nivel internacional.

En la actualidad, Sargadelos cuenta con dos plantas de producción en las que trabajan más de 200 personas y están presentes en Europa, Asia y América. Además, realizan una importante labor de difusión y promoción de la cultura gallega, principalmente de jóvenes talentos en los campos del arte y la literatura.

La historia de la cerámica de Buño

La cerámica de Buño, original de esta parroquia de la comarca de Bergantiños, en A Coruña, cuenta con una rica historia que se remonta al siglo XVI, cuando se documentó por primera vez la actividad alfarera. Los alfareros de Buño, conocidos como ‘oleiros’, han sido capaces de transmitir sus conocimientos de generación en generación, creando piezas utilitarias como ollas, jarras y platos, esenciales para la vida diaria en el pasado.

La producción cerámica de Buño cobró importancia durante los siglos XVIII y XIX, convirtiéndose en una actividad económica significativa de la región. A principios del siglo XX, Buño contaba con hasta ochenta alfarerías en activo.

Esta cerámica se caracteriza por el uso de barro de alta calidad extraído del Monte de Os Barreiros, localizado a poco más de un kilómetro de Buño. Este material es conocido por su pureza y plasticidad, lo que lo hace ideal para la alfarería. Los artesanos extraen el barro durante el verano, realizando pozos verticales para buscar la veta deseada y siguiendo técnicas mineras para evitar hundimientos.

Además del barro, se utilizan otros materiales naturales de la zona para el vidriado de las piezas. Tradicionalmente, se empleaba galena de Linares (Lugo) y sílice de Laxe (A Coruña), así como diferentes óxidos que aportaban color a las piezas. Estos minerales se mezclan y se aplican sobre las piezas antes de su horneado, lo que les da su característico acabado vidriado.

A partir de los años sesenta, la actividad alfarera en Buño comenzó a entrar en decadencia, pero el temor a la desaparición de esta actividad motivó a la creación de asociaciones de ‘oleiros’, como el ‘Gremio Sindical Artesano de Alfareros de Buño’, en 1969, y la ‘Asociación Fumeiro’, en 1979. Estas asociaciones lucharon por mantener viva la tradición con acciones como la ‘Mostra da Olería de Buño’, en la que se celebra la identidad artística e histórica de la cerámica de esta zona.

Los louceiros de Bamio

La tradición ‘oleira’ de Bamio, en Vilagarcía de Arousa, tiene una rica historia que se remonta a hace más de tres siglos. Los ‘louceiros’ de Bamio eran conocidos por fabricar una amplia variedad de utensilios de arcilla, desde loza utilitaria hasta objetos decorativos. Para la creación de las piezas de cerámica, los alfareros de Bamio, de manera excepcional, transportaban los materiales por mar desde yacimientos situados a 25 kilómetros de distancia. Durante el siglo XX, la actividad alfarera en Bamio comenzó a declinar hasta el cierre del último taller en los años cuarenta.

Recientemente, esfuerzos conjuntos entre la Universidade de Vigo y la Asociación de Mulleres Rurais de Bamio han buscado recuperar y preservar la tradición alfarera en la zona. A través de investigaciones y exposiciones, se han recopilado piezas y recuerdos que reflejan la rica herencia de los alfareros de Bamio. Estos esfuerzos han permitido que la comunidad local redescubra y valore su patrimonio cultural, manteniendo viva la memoria de los antiguos artesanos.

La tradición de los ‘cacharreiros’ de Bonxe

La parroquia de San Mamede de Bonxe, en Outeiro de Rei, es un tesoro artístico y antropológico que ha mantenido viva la tradición alfarera durante siglos. Bonxe fue durante años tierra de ‘cacharreiros’, donde la mayor parte de la población vivía de la cerámica. Esta tradición artesanal sigue viva gracias a artesanos como Pepa Lombao, la última alfarera de la comarca.

La alfarería de Bonxe se distingue por sus piezas utilitarias y decorativas, que tradicionalmente presentaban una ornamentación con dibujos en forma de medias lunas de color blanco. La calidad, la forma y el uso del barro caracterizan la cerámica artesanal de esta zona. A lo largo de los años, la alfarería de Bonxe ha enfrentado desafíos, pero gracias a los esfuerzos de preservación y la pasión de sus artesanos, esta tradición sigue siendo un reflejo importante de la identidad cultural gallega.

La cerámica vidriada de Niñodaguia

La alfarería de Niñodaguia, en la comarca de A Limia (Ourense), es uno de los focos tradicionales más importantes de la cerámica en Galicia. Las primeras referencias a esta alfarería datan de hace más de cuatro siglos, y desde entonces, la tradición se ha transmitido de generación en generación. Los ‘cacharreiros’ de Niñodaguia, también conocidos como ‘xarreiros’ o ‘calleiros’, han conseguido mantener viva esta tradición gracias a la abundante y peculiar arcilla del Monte do Barro, rica en caolín.

La cerámica de Niñodaguia se distingue por su vidriado amarillo, que permite ver el color natural de la arcilla. Este esmalte, denominado plumbífero, que se consigue con sílice y galena, es característico de la región y le da a las piezas su distintivo acabado.

Los hornos tradicionales, mencionados por primera vez en estudios etnográficos del siglo XX, son circulares y han evolucionado desde construcciones de piedra a estructuras mixtas de ladrillo.

Hoy en día, el Museo Taller Niñodaguia ofrece una ventana a esta rica herencia, permitiendo a los visitantes explorar los antiguos hornos y participar en distintas actividades.

Gundivós: la cerámica negra de la Ribeira Sacra

La aldea de Gundivós, situada en Sober (Lugo) es famosa por su cerámica de color negro, una de las más antiguas y distintivas de Galicia. La tradición alfarera de Gundivós se remonta al menos a la Edad Media y su reputación se consolidó en el siglo XIX, cuando se convirtió en un importante centro de producción cerámica de la región.

Esta cerámica se caracteriza por su color negro, obtenido mediante una técnica de cocción en hornos de leña que deja las piezas con un acabado ahumado y brillante. Este proceso, conocido como ‘cocción reductora’, implica la quema de madera en un ambiente con poco oxígeno, lo que da lugar a ese distintivo color negro de las piezas.

A mediados del siglo XX, la producción de cerámica de Gundivós casi desaparece debido a la competencia de otros materiales como el plástico o el vidrio, pero en la década de 1970, un grupo de artesanos locales, liderados por figuras como Elías González, revitalizaron la tradición. González aprendió el oficio de alfarero de uno de los artesanos de la zona y estableció la Rectoral de Gundivós, un proyecto integral que combina artesanía y turismo y que, a día de hoy, ofrece talleres, exposiciones y visitas guiadas.