La mica es un mineral del grupo de los filosilicatos que se clasifica en dos formas según su tamaño y origen: en lámina o molida; esta segunda se obtiene como subproducto de otras explotaciones como el feldespato o el caolín.

Su forma más pura, la laminada, destaca por haber sido utilizada por civilizaciones antiguas debido a su aspecto nacarado y brillante y a su capacidad para dividirse en finas capas transparentes o translúcidas.

Sin embargo, ha vivido una evolución desde objeto ornamental hasta material estratégico en la industria eléctrica y electrónica, convirtiéndose en un ejemplo paradigmático de cómo el desarrollo tecnológico transforma el valor de los recursos naturales a lo largo del tiempo.

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Mineral de Mica. Imagen: @vvoevale vía Canva.

Durante los últimos 5 años, la producción mundial anual de mica natural se ha mantenido entre 350.000 y 425.000 toneladas, siendo los mayores productores China, Madagascar, Finlandia, India y Estados Unidos. China lidera tanto en extracción como en transformación industrial, y junto a otros países asiáticos concentra más del 80% del consumo global. Por su parte, India y Madagascar son grandes exportadores de mica en bruto, particularmente para las industrias cosmética y automotriz; sin embargo, parte de esta producción proviene de minería artesanal no regulada, lo que ha generado preocupación en los mercados occidentales por temas sociales y de sostenibilidad.

En cuanto a España, tenemos una producción modesta pero relevante en el contexto europeo. La mica nacional es aquella obtiene como subproducto de otros minerales, principalmente de explotaciones de las comunidades autónomas de Galicia y Castilla León. En este sentido, nuestro país se posiciona más como consumidor e importador que como productor, aunque con nichos de valor añadido que podrían potenciarse.

Vestigios históricos de la mica

En el antiguo Egipto y en culturas mesopotámicas, la mica se empleaba para decorar artefactos, incrustaciones en objetos de culto y mosaicos, gracias a su resistencia química y su brillo metálico. En la Roma clásica, también existen registros del uso de la mica, pero en este caso como sustituto del vidrio en ventanas de templos y termas, cuando la transparencia era más valorada que la resistencia mecánica.

Durante siglos, la mica continuó utilizándose en aplicaciones decorativas y artísticas. En la Edad Moderna, su uso se expandió a la fabricación de pigmentos para pinturas y barnices, gracias a su capacidad para reflejar la luz y aportar un efecto perlado.

Incluso hoy, la mica figura entre los componentes básicos de pinturas metalizadas, esmaltes, papel pintado y productos cosméticos, como sombras de ojos y polvos compactos, donde su seguridad y brillo siguen siendo cualidades apreciadas.

El salto industrial

El verdadero punto de inflexión en la historia de la mica llegó con el desarrollo de la electricidad y la industria electrónica en el siglo XIX.
Las propiedades físico-químicas de la mica como la alta resistencia dieléctrica o la baja conductividad térmica, así como su flexibilidad y estabilidad a altas temperaturas, la convirtieron en un material idóneo para la fabricación de aislantes eléctricos y componentes electrónicos.

A partir de finales del siglo XIX y durante todo el siglo XX, la mica fue esencial en la fabricación de condensadores, separadores en generadores y motores eléctricos, interruptores, tubos de vacío y, más tarde, en dispositivos de radio y radar. Su capacidad para soportar voltajes elevados y temperaturas extremas la hizo insustituible en aplicaciones críticas, incluidas las primeras tecnologías aeroespaciales y militares.

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Lámina de Mica. Imagen: @vvoevale vía Canva.

Hoy en día, la mica sigue siendo un material estratégico, aunque en menor volumen que en el pasado debido a la aparición de nuevos materiales sintéticos. Sin embargo, su uso se mantiene en sectores donde se requieren propiedades dieléctricas y térmicas excepcionales, como en componentes de automoción, electrónica de potencia, baterías avanzadas, reactores nucleares y aplicaciones espaciales.

Además, la extracción y procesado de mica se enfrenta ahora a mayores exigencias de sostenibilidad y trazabilidad, en línea con la normativa europea sobre materias primas críticas. En este contexto, Galicia y el resto de España trabajan en la mejora de las técnicas de explotación y en la valorización de subproductos de la minería de mica, con el objetivo de reducir el impacto ambiental y fomentar la economía circular.