La extracción de minerales no es un problema para la conservación medioambiental, sino que puede ser una oportunidad. La industria extractiva europea puede convertirse en uno de los mejores aliados de la biodiversidad y de la conservación, pero necesita desterrar prejuicios y romper estereotipos.
Las directivas europeas que amparan la Red Natura 2000 (la de Aves y la de Hábitats) contemplan el hecho de que se pueden desarrollar actividades económicas en esos lugares siempre que se garanticen los objetivos de conservación y no pretenden que proliferen santuarios de la naturaleza ajenos al ser humano.
Cada estado miembro de la Unión Europea (UE) ha designado sus áreas de Red Natura de acuerdo con criterios científicos y con la información disponible sobre biodiversidad. Sin embargo, en el caso de España y de los otros países, no se ha tenido en cuenta la realidad preexistente, lo que ha desembocado en conflictos innecesarios con actividades económicas ya implantadas con anterioridad, como la minería. La superficie ocupada por la industria extractiva (0,01% de la superficie, según la Confederación de Industrias Extractivas de Rocas y Minerales Industriales), es ínfima comparada con el 27% del territorio español que está declarado como área de la Red Natura 2000.
Lejos de ser un obstáculo para el desarrollo socioeconómico, la red Natura 2000, ofrece nuevas oportunidades para el desarrollo de actividades productivas tradicionales (siendo la extractiva la más tradicional de todas), actividades recreativas y turísticas. Existe un consenso amplio entre los técnicos de medioambiente de la UE de que las actividades de minería sostenible tienen cabida en los espacios Red Natura 2000. De hecho, la Comisión Europea cuenta con una ‘Guía sobre Industria extractiva no energética y Red Natura 2000’ donde se detalla el procedimiento aplicable para la autorización de nuevas explotaciones mineras en dichas áreas.
Nuevos ecosistemas en zonas mineras
En España y en Europa existen numerosos casos de éxito de explotaciones que han sido rehabilitadas y se han convertido en áreas integradas dentro de la propia Red Natura 2000, mejorando incluso la calificación de protección preexistente en la zona, especialmente en el caso de medios naturales empobrecidos, en los que los procesos de rehabilitación prestan una contribución positiva neta al proporcionar nuevos ecosistemas a las especies (como humedales o acantilados).
En Europa existen casi 30.000 explotaciones extractivas, y casi una cuarta parte de ellas se encuentra en espacios designados como de especial protección como Red Natura 2000, lo que demuestra el gran potencial para contribuir positivamente a la conservación de la naturaleza. La extracción de rocas y minerales no sólo no es perjudicial para su entorno, sino que puede ser beneficiosa cuando se gestiona convenientemente.
Hay una gran cantidad de ejemplos de convivencia y compatibilidad de las actividades mineras con la naturaleza en Galicia, como la creación de humedales aptos para diferentes especies de anfibios y aves tras la rehabilitación de las canteras, o los nuevos acantilados que ofrecen zonas de anidamiento idóneas a las aves. Las canteras a cielo abierto pueden constituir asimismo un hábitat adecuado para insectos y reptiles. También en Galicia se ha comprobado que galerías y pozos abandonados pueden ser colonizadas por colonias de murciélagos.
Las empresas mineras y sus trabajadores, con la biodiversidad
Pero es que también durante la fase de explotación de la mina o cantera es muy frecuente encontrar numerosas especies que coexisten con la presencia de trabajadores, maquinaria pesada y ruido. Para ello, las técnicas mineras empleadas deben adaptarse a proteger la biodiversidad y el hábitat existente, con el asesoramiento de expertos.
Además, la presencia de una empresa minera ejerce una labor de protección y vigilancia de esa parte del territorio de otras actividades humanas. Los recintos mineros no pueden ser transitados por turistas o por vehículos de ningún tipo, y también están excluidas de los cotos de caza, por lo que suelen convertirse en refugio de la fauna amenazada.
Por otra parte, cada día son más las empresas que cooperan proactivamente con organizaciones medioambientales, universidades, centros de investigación y otros agentes sociales en la mejora del conocimiento científico sobre la biodiversidad de las canteras, pues las explotaciones son un campo de trabajo para su estudio.
La minería en España es una actividad muy regulada y controlada desde el punto de vista medioambiental, que requiere desde estrictos estudios de impacto para autorizar los proyectos, hasta avales financieros para la restauración posterior de los espacios afectados.