A menudo se suele discutir sobre la capacidad de la minería de ser sostenible. La mayoría de las escuelas de pensamiento modernas afirman que, según los principios de economía circular, todos los productos mineros son renovables, con la excepción de los minerales energéticos (carbón, petróleo, gas y uranio). La minería sostenible lo es porque satisface «las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer sus propias necesidades», de acuerdo a los principios de Desarrollo Sostenible de la ONU.
Basándose en modelos económicos del Siglo XIX, las corrientes negacionistas hablan de la explotación de “recursos naturales no renovables”. El pensamiento de los primeros teóricos del capitalismo como Malthus, Ricardo y Smith no puede ser la base argumental que discuta el concepto actual de economía circular, ya que sólo contemplaban como recursos renovables los biológicos. Es decir, los que la propia naturaleza podía regenerar por sí misma (madera, agua, agricultura, ganadería, pesca, caza…). Los pensadores del Siglo XIX no eran capaces de concebir ni el reciclado, ni la reutilización, ni tampoco la valorización de residuos.
Según The Ellen MacArthur Foundation, una de las organizaciones de referencia en el pensamiento global, “una economía circular es aquella que es restaurativa y regenerativa a propósito, y que trata de que los productos, componentes y materias primas mantengan su utilidad y valor máximos en todo momento, distinguiendo entre ciclos técnicos y biológicos. Este nuevo modelo económico trata de desvincular el desarrollo económico global del consumo de recursos finitos”.
Por ello incluye a la minería en el ciclo tecnológico de los materiales, que consiste en la gestión de reservas de materias primas finitas. En este modelo, el uso sustituye al consumo. Las materias técnicas se recuperan y la mayor parte se restauran en el ciclo.
El ciclo de los materiales técnicos señala varios puntos en los que se aplica economía circular (refabricación, reutilización, consumo colaborativo, mantenimiento y reparación…) y pone en énfasis en el reciclaje de materias primas y su valorización energética.
Un smartphone es una mina
Uno de los recursos clave para reciclaje, también llamada minería urbana, es la puesta en valor de los residuos tecnológicos. Los smartphones son pequeños almacenes de metales preciosos y tierras raras. Se estima que un iPhone contiene alrededor de 0,034 g de oro, 0,34 g de plata, 0,015 g de paladio y menos de una milésima parte de un gramo de platino. También contiene aluminio, menos valioso pero aún significativo (25 g) y cobre (alrededor de 15 g).
Además, los teléfonos móviles también contienen tierras raras, elementos que en realidad abundan en la corteza terrestre pero que son extremadamente difíciles de extraer. Entre ellos, el itrio, lantano, terbio, neodimio, gadolinio y praseodimio. Además de los metales valiosos, también está el plástico, el vidrio, la batería de litio… Se trata de una lista muy larga de componentes,
Aunque estos minerales están presentes en cantidades relativamente pequeñas, no lo son tanto si hacemos un acumulado de teléfonos móviles. Más de dos mil millones de personas tienen actualmente uno, y se prevé que ese número aumente.
La concentración de algunos de estos elementos, como el oro y la plata en un teléfono móvil, en realidad es mucho mayor que su concentración en un peso equivalente de mineral bruto del que se pueda extraer de una mina para después ser procesado o beneficiado y obtener el metal valioso. Una tonelada de iPhones contiene 300 veces más oro que una tonelada de mineral extraído en una mina de oro y 6.5 veces más plata que una tonelada de mineral de plata.
Estos dos mil millones de usuarios de teléfonos inteligentes cambian de aparato, aproximadamente, cada 11 meses. Esto significa que el viejo smartphone se olvida en un cajón o directamente se tira. Sólo el 10% se reciclan para que sus componentes preciosos se recuperen. Por ello hay verdaderas mina de metales olvidadas en armarios, en cajas, en vertederos, listas para la minería urbana. De un millón de teléfonos móviles podrían extraerse casi 16 toneladas de cobre, 350 kg de plata, 34 kg de oro y 15 kg de paladio. El reciclaje tierras raras procedente de electrónica desde teléfonos inteligentes hasta televisores con pantalla de plasma está siendo un desafío tanto para los fabricantes como para promotores gubernamentales.
La minería urbana es una mina
El desafío es cómo recuperar esos minerales y materiales de manera segura y rentable. Una proporción significativa de los desechos electrónicos, incluidos los teléfonos móviles, se exportan como basura a países como China, donde hay reportes de que trabajadores mal pagados y hasta menores se dedican a separar estos dispositivos electrónicos, a menudo utilizando químicos peligrosos como mercurio, arsénico, cromo y plomo. Las sociedades occidentales necesitan iniciativas de gobiernos, de fabricantes y de vendedores para facilitar la reutilización y el reciclaje.
En este punto es donde las empresas mineras, los profesionales del sector y los investigadores advierten que son la mejor opción para hacer minería urbana. Las empresas mineras disponen de la maquinaria de machaqueo y trituración, así como la tecnología de separación para recuperar los metales. Además, conocen el mercado de materias primas y capacidad de amoldarse a las exigencias del mercado.
Del mismo modo, los profesionales e investigadores en áreas mineras, metalúrgicas y químicas deben encontrar alicientes para la avanzar en soluciones científicas que permitan introducir a la tecnología de los smartphones y de otros aparatos electrónicos en la rueda de la economía circular.