La minería del siglo XXI ha de enfrentarse a una serie de retos que no son ajenos al resto de actividades humanas: la globalización, los desafíos ambientales, las exigencias sociales, etc.
La minería no es un fin en sí mismo, la minería abastece a la sociedad, al resto de sectores primarios y secundarios, es el primer paso hacia una economía fuerte. Además, la actividad minera trata de recursos que no se pueden deslocalizar, por lo que es una actividad íntimamente ligada al territorio, a los ecosistemas y por supuesto, a las comunidades humanas en las que se asienta.
Por ello, para favorecer la integración de la actividad extractiva con su entorno inmediato, con la cadena de valor y con un mundo cada vez más global, las empresas mineras están comprometidas con la digitalización. La disrupción tecnológica juega un papel protagonista en la minería que nos abastecerá de minerales en las próximas décadas.
A medida que la generación del baby boom se jubila, una nueva ola de talentos, una generación que domina la tecnología, necesita de incentivos para incorporarse a trabajar en las compañías mineras. También los grupos de interés son cada vez más exigentes y necesitan tener una imagen más transparente de la realidad de la industria minera. Es aquí donde la brecha digital ha de romperse entre las compañías mineras y los grupos de interés.
La colaboración y la transparencia como eje central
La industria minera trabaja día a día para ofrecer más transparencia en torno a su impacto en la sociedad y el medioambiente, en particular para la próxima generación de inversores y empleados. Es por ello, que las organizaciones deben centrar su atención en la apertura y la colaboración, los flujos de trabajo integrados e inteligentes.
La transformación digital y las nuevas tecnologías acercan a las empresas mineras gallegas oportunidades de oro para ser más eficientes, impulsar la producción y reducir costes al tiempo que hacen que el entorno laboral sea más seguro, tanto para los empleados como para el medioambiente.
Especialmente ahora, a medida que las economías se reabren después de las primeras olas de la pandemia de COVID-19, el clima global parece estar cambiando de interconectado a interdependiente. El aumento de los precios de las materias primas, la volatilidad del mercado, las regulaciones continuas, el riesgo geopolítico, el cambio en la confianza del consumidor y la percepción pública de la industria minera están impactando su marca y su futuro.
La industria minera debe enfocarse en ser un constructor fundamental de capital económico y social y valor sostenible y usar esa posición para alejarse de la percepción de ‘minería destructiva’. Esto requiere tanto digitalización como democratización. Por ello hay tres campos clave prosperar en el futuro: adoptar la apertura y la colaboración, permitir flujos de trabajo integrados e inteligentes e incorporar cultura y habilidades.
La apertura y la colaboración: trasparencia desde dentro hacia la sociedad
Las empresas mineras gallegas deben integrar la apertura y la colaboración en un momento de continua volatilidad y disrupción, la innovación abierta y la co-creación es la única respuesta válida.
Las empresas no pueden contratar a todos los expertos del mundo en las áreas en las que necesitan evolucionar, por lo que necesitan crear una cultura que sea capaz de innovar activamente como parte de una comunidad. La asociación entre ecosistemas, trabajando tanto con partes de la industria minera como con empresas de otras industrias, acelera la creación de plataformas comerciales. Hacerlo permite que una organización aproveche sus datos patentados para transformar fundamentalmente las operaciones y dar forma a los mercados.
Las nuevas tecnologías permiten una mayor trazabilidad de los recursos mineros, mediante plataformas que permiten el monitoreo de las actividades: desde que un yacimiento está en fase de exploración hasta que los dispositivos electrónicos (o cualquier otro producto) llega a nuestras manos con la garantía de que han sido fabricados en zonas libres de conflictos, y en países donde se respetan las más estrictas leyes medioambientales y laborales. Para ello nuevamente, toman acción dos factores: la digitalización y la colaboración entre profesionales.
Flujos de trabajo inteligentes
Los flujos de trabajos inteligentes en la industria minera son impulsados por las plataformas digitales y fundamentales para lograr varios objetivos:
- Procesos más seguros y eficientes
- Registrar y compartir del conocimiento adquirido
- Optimización del trabajo llevado a cabo por los profesionales mineros
- Mayor productividad
- Mayor transparencia de cara a trabajadores, compradores, inversores y consumidores finales
En este nuevo paradigma juega un papel fundamental el blockchain, que hace un seguimiento constante del flujo minero mediante el manejo de datos a lo largo de la cadena de suministro. Por poner un ejemplo, esta tecnología rastrea el descubrimiento de depósitos de minerales como el cobalto, y después lo sigue a lo largo de la cadena de suministro desde la mina hasta la fundición, y continúa a través de los fabricantes de baterías y, en última instancia, los fabricantes de equipos originales de automóviles.
Cómo son las plantas mineras inteligentes
Además de la tecnología blockchain, una planta minera inteligente utiliza análisis avanzados e inteligencia artificial (IA) para predecir la variabilidad entre las métricas de producción clave. Cuando las métricas están fuera de rango, los algoritmos avanzados prescriben parámetros operativos para corregir los procesos. Como resultado, la planta puede funcionar con un rendimiento óptimo.
La IA puede participar para ayudar a identificar anomalías, evaluar su criticidad, determinar las causas raíz y ayudar a los técnicos de mantenimiento a realizar reparaciones y recomendar acciones correctivas.
Integrar la cultura y las habilidades humanas dentro de la digitalización de la minería
Los datos son el petróleo del siglo XXI, pero sin las personas que los interpreten no son más que números. No cabe duda de que la mayoría de los trabajos de minería actuales cambiarán, hacia perfiles más técnicos y versátiles, por ello, una infusión de nuevos talentos y el intercambio de conocimientos son fundamentales para la industria.
En la comunidad gallega contamos con grandes talentos provenientes de diversas ramas, una apuesta de los distintos subsectores por la transversalidad: ingenieros e ingenieras de minas, geólogos y geólogas, químicos y químicas, consultoras externas… forman parte de equipos multidisciplinares capaces de otorgar perspectivas de crecimiento y sostenibilidad a una industria clave para Galicia y Europa.