El carbón energético es un tipo de carbón usado como fuente de energía para generar electricidad y calor. Su quema en centrales eléctricas produce vapor que impulsa turbinas generadoras de electricidad.
En algunos países, el carbón sigue siendo la fuente principal de energía, aunque su uso ha disminuido en las últimas décadas por preocupaciones ambientales y el auge de energías más limpias, como la solar, la eólica y el gas natural.
El carbón en la Revolución Industrial en el siglo XIX
El carbón desempeñó un papel crucial durante la Revolución Industrial, proporcionando la energía necesaria para la expansión de fábricas, ferrocarriles y barcos de vapor. Fue la columna vertebral del desarrollo económico durante los siglos XIX y XX, permitiendo a los países industrializados crecer a un ritmo acelerado.
El siglo XX: la era del carbón y el auge del petróleo
Durante la mayor parte del siglo XX, el carbón continuó siendo una fuente de energía dominante, especialmente en la generación de electricidad. Las plantas de energía a base de carbón proliferaron en todo el mundo, y en países como Estados Unidos, Reino Unido y Alemania se convirtieron en la piedra angular de sus economías energéticas.
Generación de electricidad
En 1950, más del 50% de la electricidad en el mundo se generaba quemando carbón. En países como Estados Unidos, esta cifra llegó a ser incluso más alta. Las plantas de energía a base de carbón eran comunes, y la capacidad de almacenamiento y transporte del carbón lo hizo muy conveniente para la producción de energía en masa.
Expansión global
En el periodo de posguerra, el uso del carbón se extendió a economías emergentes como China e India. A medida que estas naciones se industrializaban rápidamente, la demanda de carbón aumentó, impulsando la producción a niveles sin precedentes. A finales de la década de 1970, China se convirtió en el mayor productor y consumidor de carbón del mundo, un título que todavía mantiene. En 2022, China fue el principal consumidor de carbón del mundo, mientras que la India y Estados Unidos ocuparon el segundo y tercer lugar, respectivamente.
A partir de la segunda mitad del siglo XX, el carbón comenzó a enfrentar competencia de otras fuentes de energía, especialmente el petróleo y el gas natural. La crisis del petróleo de la década de 1970 y el desarrollo de nuevas tecnologías energéticas comenzaron a cambiar la dinámica del mercado energético global.
La necesidad de descarbonización y la transición energética hacia fuentes renovables
El crecimiento del uso del carbón también trajo consigo un coste significativo, cuyas consecuencias estamos viviendo hoy en día: la contaminación del aire, la destrucción de ecosistemas y una creciente preocupación por los impactos climáticos. A medida que estos efectos del cambio climático se hicieron más evidentes, se comenzó a reconocer la necesidad urgente de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
La quema de carbón para la generación de energía es una de las principales fuentes de dióxido de carbono (CO2), uno de los principales culpables del calentamiento global. Como respuesta, los gobiernos y las empresas en todo el mundo han comenzado a trazar un nuevo camino: la descarbonización.
China y Estados Unidos, las dos economías más grandes del mundo, ofrecen ejemplos contrastantes del uso y el declive del carbón.
China
Aunque sigue siendo el mayor consumidor de carbón, el país ha comenzado a reducir su dependencia de este recurso en favor de energías más limpias. Desde 2013, la participación del carbón en el mix energético de China ha disminuido constantemente, pasando del 68% en 2013 al 56% en 2021. Este cambio ha sido impulsado por las preocupaciones ambientales y los esfuerzos del gobierno chino para mejorar la calidad del aire y reducir las emisiones de CO2.
Estados Unidos
La caída del carbón ha sido aún más pronunciada. Desde 2007, el consumo de carbón en el país ha disminuido más del 50%, sobre todo por el auge del gas natural y las energías renovables. En 2020, por primera vez en más de un siglo, las energías renovables superaron al carbón en la generación de electricidad en Estados Unidos. Las fuentes renovables (energía eólica, solar, hidráulica y geotérmica) representaron el 20% de la generación de electricidad, mientras que el carbón representó el 15%.
Otros países
Otros países, como Alemania, que alguna vez dependieron en gran medida del carbón, están cerrando sus plantas de energía a base de carbón y acelerando la adopción de energías renovables. En 2022, Alemania logró reducir el uso del carbón en un 22% en comparación con 2010, una tendencia que se espera que continúe en los próximos años.
Reino Unido, que un día fue uno de los mayores consumidores de carbón del mundo, celebró en 2019 su primer «Día sin Carbón», una jornada completa en la que no se utilizó carbón para generar electricidad en todo el país. Este logro fue un hito simbólico en el camino hacia la eliminación completa del carbón en la generación de energía para 2024.
En 2023, la Unión Europea logró reducir el uso de carbón en un 20% en comparación con años anteriores, un claro indicio de que el fin del carbón energético está en marcha. El Acuerdo de París de 2015, ha sido un catalizador clave para la descarbonización, alentando a los países a reducir su dependencia del carbón y otras fuentes de energía fósil. Desde el Pacto Verde Europeo en 2019, que va en concordancia con el Acuerdo de París, se han acordado diferentes medidas como la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030 hasta el 55% y descarbonizar la economía de la Unión Europea para 2050.
Evolución del uso de las fuentes de energía
Algunos de los líderes políticos de Australia han argumentado que la adquisición de metales es una prioridad para la descarbonización.
Además, para la transición hacia las energías renovables se necesita de un mayor consumo de minerales y materiales, como el litio, el cobre y el cobalto, por ejemplo, para las baterías de vehículos eléctricos e instalaciones de energía renovable.
A medida que el carbón se va retirando del panorama energético, la minería no desaparece, sino que se transforma. La minería juega un papel crucial en la sostenibilidad y transición energética al proporcionar los minerales y metales necesarios para las tecnologías limpias.
Es aquí donde la minería responsable se convierte en un actor clave para garantizar que la transición hacia una economía baja en carbono se realice de manera ética y sostenible, minimizando el impacto ambiental y respetando los derechos humanos.
El final del carbón como fuente principal de energía marca el comienzo de una nueva era en la que la economía mundial avanza hacia la sostenibilidad. Aunque es una fuente de energía importante en algunas regiones, especialmente en países en desarrollo, su uso disminuye conforme las energías renovables son más accesibles y competitivas.