San Finx, 6.000 años de minería en el Barbanza

2019-12-26T10:48:18+01:0026/12/2019|

La explotación de los recursos mineros no es una actividad inusual o moderna en Galicia. Desde hace milenios los seres humanos extraen minerales y rocas del suelo y del subsuelo. Uno de los ejemplos más claros de ello, que ha llegado a nosotros gracias a la abundante investigación científica realizada en el siglo XXI, se encuentra en la mina de San Finx, en el concello coruñés de Lousame, muy cerca de la Ría de Noia y de sus ricos bancos marisqueros.

Los yacimientos mineros de Galicia están presentes en la historia universal de la minería desde la edad del bronce hasta la actualidad. San Finx tiene una especial relevancia en esta larga historia. En la península del Barbanza se extrajeron durante siglos estaño, wolframio, granito, berilo, cuarzo, grafito y hierro en decenas de pequeños establecimientos mineros repartidos por toda la zona. La mayoría de ellos han sido cubiertos por la maleza y el abandono una vez extraído el mineral.

Según distintas investigaciones llevadas a cabo por la Cámara Oficial Mineira de Galicia (COMG), el yacimiento minero de estaño en San Finx está presente en la historia universal de la minería desde la Edad del Bronce. En esa época ya eran conocidos los suficientes fundamentos de minería como para identificar las rocas importantes, extraer y separar los metales. La actividad minera de la zona está acreditada por referencias documentales, toponímicas, e incluso indicios de labores superficiales que se asocian a antiguas técnicas extractivas.

La llegada de la Edad del Hierro, que representa un cambio global, llevará a reducir las demandas ordinarias de estaño como aleación para fundir bronce, por lo que la actividad minera decae en San Finx. No se recuperará hasta la baja Edad Media, cuando se inician las peregrinaciones masivas a Santiago de Compostela, ubicada a sólo 35 kilómetros de la mina.

Picheleiros, con estaño de San Finx

La orfebrería, platería y trabajo del estaño floreció al final del Camino, que se surtió de materiales de San Finx para joyas y utensilios de metal que hicieron el viaje de vuelta con los peregrinos. Los objetos de estaño eran elaborados por artesanos llamados picheleiros, nombre popular con el que se conoce aún hoy en día a los habitantes de Santiago de Compostela. El vocablo pichel procede del francés antiguo pechier y designa un “vaso alto y redondo, ordinariamente de estaño”. Con el auge de las peregrinaciones, el estaño de San Finx no era suficiente para cubrir la demanda de los artesanos, por lo que se complementó con mineral de Ourense y de Inglaterra.

El tercer periodo histórico de San Finx, ya perfectamente documentado, se extiende desde 1884 hasta la actualidad. A finales del siglo XIX, el proceso de industrialización interno de Galicia deriva en una reactivación de la demanda de estaño, especialmente usado en la preparación de hojalata y soldadura en la incipiente industria conservera gallega. También tienen importancia las condiciones de la demanda internacional de metales estratégicos, como el wolframio o tungsteno, descubierto sólo cien años antes.

En esta situación, y siguiendo un proceso parecido al de otros establecimientos mineros españoles, se produce una importante inversión de capital británico para la explotación de la mina de San Finx mediante sociedades limitadas y técnicas mineras vanguardistas.

La actividad minera en distintos pozos perfectamente organizados genera una importante demanda de mano de obra a principios del siglo XX, llegando la mina a dar empleo estable a 400 personas. Va surgiendo un poblado minero con las dotaciones e infraestructuras: electricidad, agua, jardines, escuela, gerencia, asistencia sanitaria, etc. Esta actividad, que se realiza bajo condiciones laborales muy duras, viene a traducirse también en tensiones sociales, pudiendo datar en 1918 la aparición en San Finx de uno de los primeros movimientos sindicales de Galicia.

Espías nazis y contrabando en la II Guerra Mundial

Poco después del final de la Guerra Civil española, en 1940, se disuelve la sociedad británica, y la mina pasa a ser propiedad de una empresa de capital español.

Durante la Segunda Guerra Mundial, San Finx se convierte en un foco industrial de interés estratégico con motivo de la fiebre del wolframio. El wolframio (denominado también tungsteno)se usaba para blindar la punta de los proyectiles anti-tanque y la coraza de los blindados. La población flotante crece hasta más de 1.000 personas que explotan superficialmente y de manera no profesional el wolframio (mineros de monte) para venderlo a la propia mina e incluso a agentes de los gobiernos británico o alemán en forma de contrabando.

Posteriormente, y una vez superada la demanda extraordinaria de wolframio, la producción se estabiliza con distintos altibajos, interrumpiéndose en 1990. El precio del estaño y del wolframio en los mercados internacionales se desplomó, convirtiendo a la mina de San Finx en un activo sin rentabilidad.

Esta explotación irregular, con técnicas obsoletas y sin legislación ni sensibilidad ambiental alguna, no impidió nunca que la comarca del Barbanza y la rica Ría de Noia sigan hoy siendo abundantes en recursos naturales e incluso alberguen uno de los seis parques naturales de Galicia en su territorio (Dunas de Corrubedo). De esta manera se puede demostrar claramente la compatibilidad entre la actividad minera y la actividad pesquera y marisquera en un entorno natural.

La viabilidad de San Finx en el siglo XXI

Con el paso del tiempo, la reactivación del precio de estos metales y la aparición de técnicas mineras novedosas y eficientes, volvió a situar a la mina de San Finx en el umbral de la rentabilidad. El mineral de tungsteno que alberga el terreno volvía a ser valioso.

El wolframio o tungsteno está considerado en la Unión Europea como material estratégico debido a su importancia industrial y al riesgo de desabastecimiento. El principal motivo es la alta dependencia del mercado asiático que supera el 80% de la producción mundial. En toda Europa sólo tres países: España, Portugal y Austria, reúnen los principales yacimientos de wolframio o tungsteno y están produciendo actualmente un 2,8% de la producción mundial, siendo el potencial de Galicia muy superior a esta cifra.

Por ello, a principios de 2015 una nueva sociedad de capital español fue autorizada a iniciar los trabajos previos a la reapertura de la mina de San Finx. Durante dos años la empresa Tungsten San Finx, propiedad de la cotizada española Sacyr, realizó trabajos de acondicionamiento en parte de las instalaciones, empleando a 35 personas con una inversión de 10 millones de euros, con el objetivo de reiniciar la actividad minera. Se realizó investigación para conocer la magnitud de las reservas, adquisición de maquinaria moderna y desarrollos para poner en funcionamiento un pozo minero. Sin embargo, estos trabajos sufrieron una suspensión temporal a finales de 2017.

El proyecto del siglo XXI plantea la reapertura de la mina de San Finx con unos principios básicos:

  • El impulso de una minería segura, sostenible y respetuosa con el entorno, desarrollando un proyecto que cumpla escrupulosamente con todas las medidas medioambientales con una correcta gestión de los recursos naturales. Al tratarse de la reapertura de una mina subterránea no se prevé ningún impacto ambiental.
  • La innovación como objetivo, para lo que se ha previsto la mecanización para la operación de la mina, utilizando las técnicas más avanzadas disponibles en la industria, para ello se han estudiado todas las alternativas de mecanización utilizadas a nivel mundial en minas de similares características.
  • La apuesta por la eficiencia y la competitividad, habiendo alcanzando un coste de explotación en fase de proyecto que compite directamente con el coste de explotación de las minas de extracción de wolframio líderes a nivel mundial. Además, la tendencia de precios del wolframio desde 2004 hasta la actualidad es positiva y se estima estable en los próximos años.
  • Y el compromiso con la creación de empleo y generación de riqueza en Galicia, especialmente centrado en Lousame y su comarca.

En la actualidad, algunos edificios de la antigua explotación han sido recuperados como centro de interpretación y pueden ser visitados como el Museo Minas de San Finx. Se trata de un uso compatible con el de la actividad minera puramente extractiva.