El ‘tirón’ de las materias primas minerales por la economía verde

2022-04-11T16:28:46+02:0011/04/2022|

Superciclo, rallye, fiebre, despertar… son decenas las denominaciones que está recibiendo la fuerte escalada de los precios de las materias primas que se está viviendo a nivel mundial desde el primer trimestre de 2021 y que se ha visto agravado por la invasión de Ucranía. Semana tras semana la demanda de minerales, metales, productos energéticos y alimentarios sigue en ascenso. 

Una de las causas del alza de los precios de las materias primas minerales que no debemos olvidar es la apuesta de los gobiernos por una transición hacia una economía verde. Una iniciativa en la que están inmersos (al menos) cien países del mundo como quedó demostrado tras la Alianza suscrita en la Cumbre del Clima de Glasgow (COP26). Esta implica, entre otros aspectos, una significativa reducción de gases de efecto invernadero hasta 2030 y alcanzar las cero emisiones en 2050.

Pero para reducir gases como el metano o el dióxido de carbono es necesario extender el impulso al coche eléctrico, a través de un mayor desarrollo tecnológico, su fabricación intensiva y la instalación general de redes eléctricas. Como también es fundamental profundizar en una transición centrada en la generación y almacenamiento de energía renovable y limpia y, también, nuevos procedimientos industriales basados en el uso de la economía circular.

Como decíamos, este compromiso gubernamental ha tenido su reflejo en una mayor demanda de materias primas minerales, que son imprescindibles para este giro verde. La consecuencia es un incremento de precios que también está provocado por la confianza generada en los inversores que ven este tipo de productos como valores refugio de su dinero de cara a futuro.

Hacia la autosuficiencia de las materias primas minerales en Europa

Las materias primas, o bienes básicos, son más conocidas en su término en inglés, ‘commodities’. Se trata de productos generalmente no elaborados que se utilizan y, en muchos casos son vitales, para la fabricación de otros bienes. Por ejemplo, el cobre, cuya característica principal es su excelencia como transmisor eléctrico. Por eso, es muy utilizado en redes telefónicas, en smartphones o automóviles convencionales. En un vehículo eléctrico, cuyo corazón es una batería, esta proporción de cobre se eleva entre 3 y 5 veces más hasta alcanzar unos seis kilómetros por coche.

Pero el vehículo eléctrico es solo una parte de los usos a futuro del cobre relacionados con la transición energética, aunque existen otros minerales y metales en la misma situación. ¿De qué materias primas hablamos? De aluminio, litio, hierro, magnesita, tierras raras, entre otros. Minerales y metales críticos para Europa y para las principales economías del mundo que, en muchos casos, están disponibles en suelo gallego.

Si algo ha demostrado la pandemia es la importancia de la autosuficiencia de materias primas en el continente europeo para evitar el parón de la actividad económica. A lo que se suman también la incorporación de los procesos industriales y de ensamblaje de productos finales para poder completar otros productos. Es el caso de los chips y microchips que son básicos en la nueva economía verde.

¿Cómo y dónde se fijan sus precios?

¿Y dónde se fija su precio? La oferta y la demanda son importantes para fijar el precio, como en cualquier otro bien o servicio. Las ‘commodities’ tienen algunas particularidades como su negociación al contado en el corto plazo, pero más habitual es que se negocien con precios futuros fijando una fecha de entrega del mismo a través de un contrato.

Existen diferentes índices de referencia de metales industriales a nivel general. Es el caso de Bloomberg Commodity Index, S&P GSCI o el Commodity Exchange (Comex), que siguen la evolución de los productos básicos más comercializados. En concreto en el caso de los metales el más conocido es el London Metal Exchange (LME). La Bolsa de Metales de Londres es el mayor mercado de futuros y opciones sobre metales de todo el mundo cuyos orígenes se remontan al siglo XVI. En él podemos ver las cotizaciones de metales preciosos, no ferrosos, metales menores y el acero.

Minería sostenible London metal exange

Los precios de algunas materias primas minerales, disparados

Empezaremos por el cobre, uno de los más importantes para el desarrollo de la economía que viene. Su precio se mueve a lo largo de estos últimos meses entre los 9500 y los 9300 dólares por tonelada. Su cotización comenzó el año, tanto al contado como en contratos de tres meses, por encima de los 7000 dólares, para elevarse hasta 9000 dólares por tonelada un mes después, una de las cifras más altas alcanzadas en la última década. De hecho, en mayo tocaba su máximo histórico superando los 10.000 dólares por tonelada.

Es necesario tomar como perspectiva que en marzo de 2020 cuando el mundo se paralizaba por la pandemia, su precio se derrumbaba por debajo de los 4500 dólares por tonelada. Por tanto, se ha revalorizado en más de un 130% desde la crisis pandémica, por encima incluso de los precios prepandemia y el LME prevé que su precio se mantenga por encima de los 9000 dólares los próximos tres años.

Aluminio

El aluminio es otro de los metales clave para la transición verde. El informe del Fondo Monetario Internacional de octubre de 2021 sobre el precio de las materias primas apunta a que es un metal no ferroso con múltiples aplicaciones. Se extrae de la bauxita, disponible en el suelo gallego aún si explotar. Un mineral que hasta hace muy poco entraba en millones de toneladas a través del puerto de Ferrol para nutrir la planta de aluminio primario de San Cibrao.

Actualmente su cotización se mueve en los 2600 dólares por tonelada, pero a lo largo del año su precio ha superado los 3000 dólares por tonelada, el doble que en abril del pasado año. Los indicadores del LME prevén que en los próximos tres años se reduzca ligeramente, pero siempre por encima de los 2300 dólares la tonelada, como en sus mejores momentos a principios de la década de 2010.

Níquel

Otro de los metales fundamentales para apostar por la transición energética. ¿Por qué? Porque además de emplearse en la fabricación del acero inoxidable, es uno de los componentes más importantes en las baterías de litio que, a su vez, son fundamentales para el almacenamiento de energía y el coche eléctrico. Pero su uso es fundamental en el proceso para la producción de hidrógeno.

El mismo informe del FMI indica que el uso del níquel va a cuadriplicarse en los próximos años y, con ello, también su precio que podría más que duplicarse. A lo largo de este 2021 su cotización ha superado los 20.000 dólares por tonelada, viviendo en un ritmo ascendente desde abril en el que su precio se situaba en los 16.000 dólares. En lo peor de la pandemia, por marzo de 2020, descendió a los 11000 dólares, pero ha más que recuperado su ritmo.

Cobalto

El cobalto es otro componente básico en las baterías de litio y en dispositivos electrónicos, con múltiples aplicaciones en otros sectores formando parte de aleaciones muy útiles por si resistencia a la corrosión. Hasta ahora se extrae como subproducto en minas en las que el principal metal es otro, como el cobre y el níquel, aunque si el precio sigue incrementándose como se prevé esto podría cambiar.

Actualmente el cobalto se mueve en los 64.000 dólares por tonelada y se prevé que siga subiendo en los próximos 12 meses por encima de los 66.000 dólares. El incremento de su cotización ha sido espectacular en dos años en los que ha más que duplicado su precio, aunque todavía lejos de los 93.000 dólares de 2018.

El estaño, hierro, tierras raras o el tan aclamado litio son otros metales fundamentales para la transición verde, cuya explotación estaría disponible en Galicia y cuya producción va a resultar vital en los próximos años. Sobre todo, ocurrirá si las reservas disponibles siguen cayendo, la disponibilidad de estas materias primas minerales sigue estando en las manos de unos pocos países y aumenta la exigencia de cero emisiones a la minería, cada vez está más implicada en técnicas de mayor sostenibilidad.

Hay que tener en cuenta que la puesta en marcha de cualquier futura explotación minera requiere de al menos 10 años, pero la transición energética, ya lo vemos, no va a poder esperar.