El vehículo eléctrico reactiva el mercado de los metales

2019-03-20T11:46:46+01:0020/03/2019|

La idea de desterrar el uso de los combustibles fósiles de una vez por todas no es tan descabellada. Gracias al aumento en la accesibilidad y eficacia, los coches eléctricos están listos para pasar de una rareza a un elemento más de nuestro día a día. De mantenerse el ritmo de implantación de vehículos eléctricos, se prevé que las emisiones de óxido de nitrógeno, generadas principalmente por motores diésel, se reducirán a casi la mitad en 2030, pasando de 1,3 millones de toneladas anuales a 70.000 toneladas en algo más de una década. La reducción de emisión de partículas finas y superfinas procedentes del diésel permitirá, además, ayudar a evitar hasta casi medio millón de muertes prematuras debido a la contaminación del aire.

Es que la sustitución de combustibles fósiles en la automoción logrará una mejora sustancial de la calidad del aire que respiramos e incluso contribuirá a reducir los posibles efectos del cambio climático.

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La minería, clave para la movilidad sostenible

El aumento en el consumo de coches eléctricos está cambiando radicalmente el mercado de las materias primas necesarias para su fabricación. Los fabricantes de coches eléctricos hacen un uso de los recursos mineros de acuerdo a la eficiencia que pueden aportar a los vehículos. Por ejemplo, existe una carrera por mejorar las baterías para que proporcionen una mayor autonomía y que el tiempo de carga sea menor. Para ello, se están introduciendo metales como el aluminio, el manganeso o el grafeno en la fabricación de baterías.

Los metales clave para la fabricación de coches eléctricos son:

  • Aluminio y magnesio. Estos dos metales ayudan a reducir el peso del vehículo. Una reducción del 10% puede resultaren un ahorro de combustible de entre el 6% y el 8%. Reemplazar elementos hechos con hierro o con acero con materiales ligeros como aleaciones de magnesio o aluminio, puede reducir el peso del vehículo hasta en un 50%, lo que lo hace más eficiente energéticamente.
  • Cobre. Un coche, en condiciones normales, contiene 15 kilos de cobre. Es un material esencial para el funcionamiento del motor, cableado, radiador, conectores, frenos y soportes.
  • Disprosio y neodimio. Estos metales de “tierras raras” son usados en motores y generadores de muchos coches eléctricos para mejorar su eficiencia.
  • Hierro, manganeso, molibdeno y vanadio. Para obtener una estructura lo más ligera posible, en los coches eléctricos se utiliza acero, una aleación de hierro y carbono, fortalecida con pequeñas adiciones de manganeso, molibdeno y vanadio.
  • Litio, cobalto y níquel. Son los metales clave para aportar autonomía a los coches eléctricos.
    • El litio se ha convertido en el “petróleo blanco” desde que su demanda para baterías aumentara. Se estima que su consumo será de 340.000 toneladas para 2020 y que la cifra se duplique entre 2020 y 2025. Las baterías de litio se utilizan en los coches eléctricos tienen una densidad energética mayor y son más ligeras y compactas.
    • El cobalto se ha convertido en un elemento clave para el futuro de las baterías del coche eléctrico, lo que lo convierte en un componente clave para su fabricación. Este mineral es esencial para alargar la duración de las baterías de litio, por lo que la autonomía de los coches eléctricos depende del cobalto.
    • El níquel es el metal que más beneficiará la transición a los coches eléctricos. Es un material clave para reducir el uso de cobalto.

La carrera por desarrollar una mejor batería para los coches eléctricos continúa. Los fabricantes están cada vez más interesados en incorporar otros materiales para que las baterías sean lo más eficientes posible. La meta está ahora en dotar a los coches eléctricos de la mayor autonomía alcanzable y que el tiempo de carga sea lo más bajo posible.

La minería gallega en el mercado de los coches eléctricos

Galicia cuenta con una importante reserva de minerales clave para el desarrollo de nuevas tecnologías que favorezcan una movilidad mucho más sostenible. En la comunidad gallega hay grandes cantidades de cobre, metal fundamental para todo tipo de componentes electrónicos, cables o motores con los que se compone un coche eléctrico.

El consumo de cobre se ha multiplicado para determinadas aplicaciones, entre ellas la de los coches. Un automóvil consume ahora el doble de cobre de lo que usaban los coches en los años setenta.

En Galicia hay también otros metales fundamentales para el desarrollo de nuevas tecnologías. Un ejemplo es el coltán, mineral compuesto por cumbita y tantalio, es uno de esos materiales que han pasado de ser curiosidades mineralógicas a cruciales para el avance tecnológico.

La movilidad sostenible en el futuro

La Agencia Internacional de la Energía pronostica que el mercado de los coches eléctricos evolucionará a la principal opción de los consumidores para 2030. La agencia estima, además, que para 2035 habrá en la carretera alrededor de 125 millones de coches eléctricos. Y al aumentar el mercado de los coches eléctricos, aumentará también la industria del litio y la de metales como el grafito, el cobalto o el níquel.

Por su parte, la Fundación Europea del Clima calcula que para 2030 un 25% de los vehículos que circularán serán completamente eléctricos, mientras que un 50% utilizarán tecnologías híbridas. En los cálculos de esta fundación para España, las emisiones directas de dióxido de carbono se reducirán de 50 millones de toneladas en 2017 a sólo 37 millones en 2030, y a 5 millones en 2050.

La necesidad es la madre de la invención. Primero, las innovaciones en la industria del petróleo reemplazaron el uso de los aceites que se usaban antiguamente. Ahora, aquellos medios de transporte que utilizaban el petróleo como fuente de energética están siendo sustituidos poco a poco por vehículos eléctricos.

El sector de la movilidad sostenible está dando aún sus primeros pasos, pero ya es capaz de mostrarnos como las prácticas existentes ya no valen, que se necesita evolucionar. Los suministros limitados hacen que innovar buscando alternativas sea una necesidad. La minería necesitará hacer sus propias innovaciones para aportar materias primas a tecnologías futuras a un coste mediante el cual la industria de la movilidad sostenible pueda seguir avanzando.