Galicia, en la vanguardia de la recuperación de suelos mineros

2019-08-01T14:44:16+02:0001/08/2019|

El panorama de la minería en Galicia ha cambiado mucho desde 1987, año en que llegaron a Touro los primeros investigadores tras el cierre de la mina de cobre por parte de la empresa Río Tinto. Lo que se encontró este grupo de científicos de la Universidade de Santiago (USC) fue un entorno abandonado, con arroyos contaminados y un ecosistema carente de animales.

Para poner una solución a este problema que afectaba directamente a los vecinos de Touro, los investigadores decidieron centrar sus estudios en los suelos, caracterizándolos (analizándolos) para después poder recuperarlos. Esta fase de análisis inicial era fundamental, ya que el suelo es la base de la vida, en un suelo degradado no crece ningún ser vivo y ni tan siquiera se desarrolla el ciclo del agua.

Tras una década de análisis de los suelos, con el diagnóstico del problema en mano -suelos hiperácidos con un pH inferior a 3; cargados de sulfato, aluminio, hierro y manganeso- se pudo establecer una solución: la creación de suelos artificiales o tecnosoles. Los biólogos y químicos que trabajaban en la recuperación de Touro fueron pioneros a la hora de desarrollar estos suelos, incluso antes de que el término tecnosol se acuñase. Estos suelos artificiales sirven para devolver a ecosistemas dañados sus características iniciales e incluso mejorarlas.

Touro: pioneros en creación de tecnosoles

En la mina de Touro fue necesaria la creación de cuatro tipos de suelos diferentes en base a las necesidades de las zonas afectadas, suelos que se crearon mediante la reutilización de residuos inorgánicos, como los propios estériles del yacimiento, y mediante residuos orgánicos como humus o biomasa. De esta manera, los tecnosoles conforman uno de los ejes de la economía circular de la minería.

Estos tecnosoles se comportan igual que los naturales y evolucionan convergiendo con los suelos originarios de la zona, favoreciendo el desarrollo de la vida. En la actualidad, la mina de Touro está recuperada al 90%, con arroyos potables y con un ecosistema de humedales en el que conviven anfibios, aves, insectos y peces. El 10% que aún no se ha recuperado está siendo objeto de varias investigaciones que tienen como meta el estudio de los microorganismos que lo habitan.

tecnosol mina touro

Al éxito de este proceso de rehabilitación iniciado hace ya tres décadas, lo siguieron muchos otros proyectos que apuestan por la investigación y el aprovechamiento de recursos. El objetivo de estos planes es rehabilitar aquellas zonas mineras cerradas hace años y que no fueron gestionadas siguiendo los Objetivos del Desarrollo Sostenible.

Rubiais: nuevas técnicas de restauración

De esta mina situada en Piedrafita de Cebreiro (Lugo) se extrajeron 18.6 millones de toneladas de plomo y zinc entre 1977 y 1992. En el momento del cierre se intentó la restauración de la zona mediante el extendido de una capa de tierra vegetal y mediante la plantación de varias especies herbáceas y arbóreas, sin embargo los suelos eran ácidos y no permitían el desarrollo de la vegetación.

En 2011 comienza una nueva etapa para la recuperación de la mina de Rubiais, con un ensayo de campo en el que se está evaluando la capacidad de absorción de cadmio y zinc mediante especies forestales de ciclo corto. Asimismo, estas especies producen biomasa que sirve para nutrir los suelos sobre los que se asientan.

priedrafita rehabilitacion mina rubiais

Para mejorar las condiciones del suelo, a estas plantas acumuladoras se le suma el co-cultivo de especies vegetales que forman asociaciones con microorganismos fijadores de nitrógeno. Este proyecto también tiene en cuenta el reciclaje, ya que el compost de residuos sólidos municipales se utiliza como fertilizante orgánico. 

Más información sobre el proyecto de restauración de la mina de Rubiais, en la web del proyecto de investigación Phytosudoe.