La vida se abre paso en los huecos mineros

2019-09-03T18:27:02+02:0003/09/2019|

La naturaleza y, sobre todo, el agua están acostumbradas a abrirse paso en cuanto el hombre deja de ejercer su influencia sobre un territorio. Por ello, es absolutamente habitual que en los huecos mineros abandonados surjan oportunidades para la fauna.

Muchas de las actividades extractivas comenzaron en una época en la que la legislación ambiental era muy laxa o nula, por ello es fácil encontrar por diversos puntos de la geografía gallega pequeñas explotaciones de áridos, granitos, pizarras y demás materiales que tras cortos periodos de explotación han quedado abandonadas. Antes de 1982 la legislación española no protegía la restauración de una mina, por lo que en todo el territorio y en Galicia en particular han proliferado espacios vacíos que han sido olvidados por el ser humano, pero que han servido para que la fauna y la flora autóctonas se abran paso.

Una vez recuperados por la naturaleza, muchos de ellos han acabado teniendo de nuevo intervención humana para su adecuación y rehabilitación. Otros permanecen olvidados y con accesos nada sencillos para el ser humano.

Murciélagos en minas abandonadas

La ausencia de cavidades naturales en la mayor parte de Galicia les confiere a las minas gran importancia en la ecología de los murciélagos gallegos. Según la asociación naturalista Drosera “el 78% de las 23 especies de murciélagos citadas en Galicia se refugian en algún momento de su ciclo anual en minas de galería abandonadas. Estas juegan un papel fundamental en periodos importantes como la hibernación y la cría, albergando las mayores colonias conocidas”. Por ello, la adecuada gestión de las minas abandonadas y su entorno debe contemplar su papel en la conservación de las poblaciones gallegas de murciélagos.

Un ejemplo de ellas es la Cova das Choias, en el Concello de A Pobra de Brollón (Lugo). Se trata de una gruta natural que fue explotada como mina de hierro al menos desde los siglos XV y XVI. La cavidad alberga una numerosa colonia de murciélagos -entre los que hay dos especies escasas y amenazadas- y es uno de los pocos lugares de la Península donde vive el musgo luminoso (Schistostega pennata), una planta cavernícola sumamente rara. La asociación Drosera mantiene investigaciones en las antiguas minas de Freixo, en Monforte, y algunas otras del Concello de O Incio, todas en Lugo.

Las aves proliferan en las canteras

En 2008 la Cámara Oficial Mineira de Galicia (COMG) llevó a cabo un estudio en 11 canteras de la fachada litoral gallega para comprobar cómo las aves y otra fauna aprovechan estos espacios. Se detectaron 90 especies de aves en total, con evidencias de reproducción de 45 especies dentro de la zona minera, y 15 más en el espacio que las rodea. Las densidades de aves anotadas fueron en general similares a las de otros hábitats de Galicia. También se vio que era relevante la presencia de distintos elementos como láminas de agua, paredones verticales o vegetación arbórea autóctona, que pueden llegar a incrementar notablemente el número de especies animales en algunas áreas, sobre todo en lo tocante a aves acuáticas, rapaces rupícolas (que anidan en acantilados) y aves forestales.

En Galicia, se han llevado a cabo estudios en las areneras de A Limia (Ourense), observando un aumento de las anátidas invernantes desde 1990, que alcanzaron su máximo, casi 4.000 individuos, en el año 2000. Las especies más abundantes son el ánade real (Anas platyrhynchos) y la cerceta común (Anas crecca), seguidos a distancia por el pato cuchara (Anas clypeata) y el silbón europeo (Anas penelope).

Las areneras de Riocaldo, en Begonte (Lugo) son empleadas activamente como zona de reproducción o de invernada por especies ligadas a medios acuáticos como el zampullín común (Tachybaptus ruficollis), la focha (Fulica atra), el chorlitejo chico (Charadrius dubius) y el avión zapador (Riparia riparia), entre otras.

Lagunas en canteras sin uso

A finales de 2017 la Xunta de Galicia realizó la declaración provisional como Espacio Privado de Interés Natural el espacio de Os Lagos de Lousada, en el Concello de Xermade (Lugo). Entre la singularidad de la parcela destaca su hidrología, con la existencia de dos lagos, con una superficie aproximada de 15.000 metros cuadrados, y de una laguna de 1.500 metros cuadrados, derivados de antiguas explotaciones mineras abandonadas hace unos 40 años.

Estas zonas húmedas permiten el asentamiento de comunidades vegetales al tiempo que constituyen importantes bebederos para la fauna local y zonas de descanso y alimentación para las aves migratorias. Destaca también la presencia de especies de anfibios, peces y aves catalogados como vulnerables.

Los propietarios están realizando un proyecto que permita el uso turístico del espacio al mismo tiempo que se preserva el hábitat de la laguna y de sus zonas limítrofes.