La Muralla Romana de Lugo es el símbolo de la ciudad, de la provincia y uno de los emblemas de Galicia. Declarada Patrimonio Mundial de la UNESCO en 2000, fue construida, como no podía ser de otra manera, con los productos mineros más accesibles en Galicia y perdurables en el tiempo: granito, pizarra y hormigón de cal y áridos.
La ciudad de Lugo tiene su origen en la base militar romana de Lucus Augusti de la época del emperador Augusto, que llevó una política expansiva para anexionar el noroeste peninsular (Gallaecia) al Imperio Romano. El campamento data del 25 a.C., pero no fue hasta los años 14-13 a.C. cuando Paulo Fabio Máximo fundó la ciudad.
La prosperidad de la ciudad la hizo muy apetecible a los enemigos del Imperio (bárbaros y rebeldes), por lo que a finales del siglo III d.C, ante la inestabilidad política y militar, Roma emprende a fortificación de varias ciudades del noroeste peninsular como Asturica Augusta (Astorga), Legio (León), Bracara Augusta (Braga) o Lucus Augusti (Lugo).
El caso de Lucus Augusti fue especial, ya que, además de jugar un papel estratégico en las comunicaciones, relaciones comerciales y la organización administrativa de Gallaecia, era la última urbe romana antes del Finisterrae, y por su proximidad a los límites del Imperio, se consideró imprescindible blindarla.
Se estima que la construcción de la muralla corresponde a un único proyecto, pero no hay constancia de cuanto tiempo duraron las obras. Debido a las irregularidades del terreno, la muralla tiene más altura en la parte noroeste. Su planta es rectangular, con los ángulos redondeados, y contaba originariamente con doce puertas. Cuatro en los dos lados mayores y dos, en los menores. La ubicación de las doce puertas fue seleccionada para dar paso a una calle en uso, que a su vez era el inicio de alguna de las principales calzadas que unían Lucus Augusti con el resto del Imperio.
La muralla de Lugo: losas de pizarra y granito
La Muralla protege en su interior las zonas principales de la ciudad: el foro, el teatro, las domus principales (como las musealizadas Domus do Mitreo y Casa del Mosaido), las termas urbanas, el castellum aquae, el mercado y los templos principales así como la basílica cristiana. Queda también dentro de su recinto el área comercial y el mercado donde se encontraban muchos talleres de artesanos.
Fuera se quedan barrios de viviendas más humildes, algunos templos y las zonas de labranza y ganadería. La muralla dividió en dos la ciudad con una estructura urbana y social que permanecerá hasta el siglo XX. El proyecto fue desarrollado por un ingeniero militar con conocimientos avanzados de geometría y de los cánones arquitéctonicos de Vitruvio.
Los materiales principales fueron las losas de pizarra para los revestimientos de las propias murallas. Las losas fueron cortadas en unas láminas gruesas y se dispusieron una encima de otra como si fueran ladrillos.
Mortero romano en la Muralla de Lugo
En su interior, el núcleo de la construcción es el opus caementicium, un material de construcción muy utilizado por los romanos —que aprendieron posiblemente de los etruscos—, consistente en una mezcla de agua, cal, arena, grava o piedra menuda, cuya resistencia y solidez una vez fraguado era comparable y hasta superior en algunos casos a las que proporcionaban los sillares.
Su bajo costo y su rápida fabricación en casi cualquier lugar del Imperio hicieron del opus caementicium el material indispensable para levantar las construcciones que todavía hoy desafían al tiempo y los elementos. La posterior argamasa y el moderno hormigón son sus descendendientes más cercanos.
Con casi toda seguridad los muros de pizarra se encontraban, además, enfoscados en todas sus caras. La defensa de la muralla se complementaba con 85 cubos defensivos de bloques de granito y pizarra, coronados por torres de dos pisos con ventanales de medio punto a modo de fortalezas. Las cinco puertas principales se encontraban protegidas por dos torres de granito simétricamente colocadas a ambos lados del hueco.
En la cara externa de la muralla había un foso con fines defensivos, separado unos 5 metros de la muralla, con una anchura de 20 metros y una profundidad media de 4 metros respecto al suelo original. Este foso es el único encontrado en construcciones similares en Hispania.
Las puertas actuales, abiertas entre el siglo XVIII y el siglo XX no corresponden a la época romana, pero sí que el cuerpo de muralla. Pese a ello, la Muralla Romana de Lugo es la mejor conservada de la Península Ibérica, entre las de su época, y su aspecto actual responde en casi su totalidad a su arquitectura imperial.
Lugus Augusti, cerámica y agua termal
Pero el legado romano de Lugo no sólo está en la imponente muralla. Las termas, también de época romana, se encuentran en el edificio actual del balneario. En él ha quedado constancia de varias dependencias: un vestuario y una cámara de baños fríos, que fue utilizada posteriormente como capilla cristiana. El actual balneario continúa utilizando las mismas aguas empleadas desde hace 1.700 años con fines terapéuticos.
El agua era importante para Roma y las comunicaciones no podrían ser interrumpidas por ella. Por eso, Lugo cuenta con un puente cuya finalidad era unir Lucus con Asturica (Astorga) que aún es utilizado hoy en día. Tiene 104 metros de longitud y 4 metros de anchura. Formaba parte de la Via XIX y, aunque tanto en la Edad Media como en la Edad Moderna ha sufrido varias modificaciones, mantiene sus bases y estructuras romanas de piedra granítica oscura y pizarra.
Pero también en la misma estructura de la muralla y en el recinto interior han aparecido gran cantidad de restos de cerámica común (platos, cuencos, fuentes…) y de hornos de producción, lo que permite asegurar que Lugo era una capital industrial en cerámica, por lo que en las proximidades de la ciudad se debieron excavar pozos de arcilla.
La explotación de los ricos recursos mineros de Gallaecia de manera sistemática e industrial es lo que permitió al Imperio expandirse en una región muy alejada de su capital. Al mismo tiempo que se mantenía ese aprovechamiento racional de recursos minerales (rocas, áridos, metales, aguas y arcillas), Galicia fue entrando en la civilización y la cultura occidental.