Relacionar minería y cambio climático pasa por el compromiso y la contribución de una de las actividades económicas básicas de la cadena de valor mundial a la rebaja de emisiones de gases de efecto invernadero. Tradicionalmente, a la industria minera se le ha hecho responsable, casi culpable, de las consecuencias derivadas del cambio climático. Por una parte, se exponen las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con su operativa directa. Analistas de la consultora McKinsey estiman que entre 4 y el 7% de las emisiones de gases de efecto invernadero derivan de su actividad. Por la otra, y está fuera de toda duda, la quema intensiva de combustibles fósiles, como el carbón.
Este mineral, junto al petróleo y derivados, se ha convertido en vital para las principales economías del mundo por su potencia y precio como fuente de generación de energía y, por lo tanto, señalado como responsable de la contaminación en el mundo. El mismo informe estima que el 28% de las emisiones globales están relacionadas con la combustión del carbón. La lucha contra la reducción de emisiones tiene una denominación contundente: ‘descarbonización’.
La minería es, al mismo tiempo, parte indiscutible de la solución por su aportación de nuevas materias primas imprescindibles para lograr nuevas fuentes de generación de energías verdes –baja en emisiones-, renovables –que no son finitas, como sí ocurre con los recursos minerales de la tierra- y sostenibles –reutilizables y reciclables, por lo que contribuyen a rebajar la intensidad en la explotación de recursos finitos-.
¿Qué es el cambio climático?
¿Por qué la descarbonización y los planes verdes y circulares son importantes? Empecemos por el principio: la deriva climática que ha sufrido el planeta en los últimos años a consecuencia de la contaminación por la acción humana. La última cadena de destructivos tornados en EEUU en una estación otoñal poco propicia levantó las alarmas en el gobierno norteamericano liderado por Biden, quien solicitó una investigación en profundidad para conocer su relación con el cambio climático. Decenas de ejemplos empiezan a convertirse en habituales: largas sequías que derivan en incendios forestales difíciles de atajar; inundaciones impredecibles y huracanes cada vez más intensos, con decenas de personas desplazadas y miles de millones de pérdidas económicas.
La temperatura media de la superficie de la tierra y del mar en 1880 era de -0,16 grados centígrados (ºC). En 2020, de 1,02 ºC. La emisión a la atmósfera de determinados gases, como el dióxido de carbono, provocan un efecto invernadero, un efecto manta, que atrapa el calor del sol y sube la temperatura. Esto deriva en el deshielo de los polos –que cumplen una función básica en la regulación de la temperatura global-, el nivel del mar aumenta, las corrientes marinas se alteran y, con ello, los patrones climáticos del mundo.
Para luchar contra el cambio climático se ha puesto sobre la mesa por parte de los científicos que la temperatura de la tierra no se eleve por encima de 1,5ºC. Este objetivo se tradujo en el Acuerdo de París que es jurídicamente vinculante para 195 países firmantes y que implica una transformación radical del modelo económico y social para reducir la emisión de gases hasta alcanzar la neutralidad en 2050. Es decir, que en esa fecha la cantidad emitida no supere lo que la propia atmósfera puede absorber.
Minería y cambio climático, entre la estrategia y los desafíos
¿Cómo puede la minería ayudar en la lucha contra el cambio climático? En primer lugar, porque también está expuesta a los riesgos climáticos. Existen activos que se enfrentan a inundaciones o bien, lo contrario, un estrés hídrico que en ocasiones ha frenado su actividad y, sin duda, volverá a hacerlo.
En segundo lugar, para reducir sus propias emisiones. Un objetivo que es obligado para todos los sectores de actividad e impulsado por medidas en las que priman los criterios ASG –ambientales, sociales y de gestión- para obtener financiación o apoyo. En tercer lugar, por los cambios en la demanda de materias primas minerales que serán imprescindibles para alcanzar la descarbonización.
Existen minerales críticos y básicos para desarrollar la transición verde, como el litio, el cobre, el tantalio… Se han creado listas de diferentes organismos que lo reflejan (por ejemplo, la Unión Europea) que avanzan, como en el caso del FMI, un incremento de la demanda y el precio nunca vista en materiales minerales que, por otra parte, son finitos. Por ello, y para lograr el objetivo último, la sostenibilidad del mundo, se ha planteado la necesidad de impulsar la circularidad: el reciclaje, la recuperación y la reutilización de desechos y residuos.
En todo ello, se ha puesto manos a la obra el sector minero, entendiendo que abordar una estrategia climática no será fácil y con un horizonte que semeja amplio, el 2050, pero que no lo es. En algunos países desarrollados han comenzado a adoptar tecnologías de generación de energía renovable (eólica, solar, fotovoltaica, reciclaje) y plataformas de medición que permiten optimizar los propios procesos de extracción y tratamiento. Pero la rapidez en la incorporación de estas medidas no es igual en la operativa de todas las mineras, ni en todos los países ni de todos los minerales que se extraen. Tampoco de los tratamientos que reciben algunos metales, en el resto de la cadena de valor, como el hierro o el aluminio, muy intensivos en la utilización de carbón para combustión; o el propio sector de la fabricación de cemento u hormigón que, de diferentes maneras, han incorporado residuos de otros procesos industriales y nuevas maneras de captar y almacenar dióxido de carbono para reducir sus emisiones. Este uso de manera eficiente tiene todavía mucho camino por delante.
Sostenibilidad e innovación, en el centro
Las grandes empresas mineras han comenzado a crear sus propios comités de sostenibilidad, lo que implica una preocupación por la sostenibilidad corporativa y, a su vez, por aplicar criterios ASG a su actividad implementándolo en su organización. Es un aspecto estratégico y, por tanto, debe tratarse a un alto nivel. El trabajo comienza por un análisis profundo y riguroso. Inversores privados y públicos han comenzado a exigir que las empresas cumplan con el compromiso verde. Esto explica que organizaciones como el Banco Mundial (BM), ante el enorme desafío e inversiones que deberán desarrollar en el ámbito minero, ha creado un fondo para respaldar proyectos de minería climáticamente inteligente, que la extracción y procesamiento de minerales y metales se haga de manera sostenible minimizando la huella ambiental y climática.
Estas organizaciones tienen en cuenta, además, que el incremento de la demanda de los minerales denominados estratégicos aumentará la actividad minera y que, por lo tanto, se realice con procesos que respeten los criterios de sostenibilidad con el uso de energías renovables, la disponibilidad de los minerales básicos y estratégicos, reducción de la deforestación y el reciclado de minerales.
La apuesta por la innovación, la investigación y las nuevas tecnologías será un valor seguro para realizar todos estos cambios.