El impacto de la minería en el medioambiente y el suelo es una de las grandes desventajas de esta actividad industrial. Sin embargo, hoy en día se ha demostrado que las explotaciones mineras pueden tener una segunda vida gracias a la aplicación de compuestos en los que están presentes fangos provenientes de las estaciones depuradoras de aguas residuales (EDAR).
Estos compuestos son los llamados ‘tecnosoles’ o lo que es lo mismo, suelos a la carta, creados en laboratorios en un tiempo récord y que mejoran todo un ecosistema.
La utilización de tecnosoles ha demostrado ser una opción excelente a la hora de restaurar antiguas explotaciones mineras. Con ello, se consigue recuperar la presencia de seres vivos en el medio llegando incluso a crear ecosistemas completos. Los avances tecnológicos y científicos han conseguido derribar por completo las creencias y prácticas obsoletas en minería, convirtiéndola así en una industria adaptada a las exigencias de sostenibilidad de la actualidad.
Los tecnosoles brindan una nueva vida a las zonas dañadas por la actividad minera
Cuando un medio está alterado se está generando un impacto negativo en el entorno, por lo que es necesario recurrir a métodos o técnicas que permitan recuperar la vida que había en ellos. Esto sucede con la minería sostenible, que genera una serie de variaciones en el suelo para poder extraer materias primas, pero también prioriza su rehabilitación.
Los suelos artificiales creados a partir de materia orgánica e inorgánica, o lo que es lo mismo, los tecnosoles, funcionan de manera similar a los suelos naturales, propiciando procesos biológicos que solo se dan en ecosistemas en condiciones óptimas. Aquí es donde juegan un papel fundamental los lodos o fangos de las EDAR.
Tras su recogida en las estaciones depuradoras de aguas residuales, se mezclan con otros componentes y se someten a un proceso de fermentación. Con esto, se eliminan las bacterias para posteriormente poder seleccionar y perfeccionar la mezcla. De esta forma, el resultado final dará respuesta a las necesidades concretas de cada tipo de suelo para poder devolverlo a su estado natural.
Un ejemplo de los buenos resultados que puede dar el uso de tecnosoles con lodos para la recuperación de suelos degradados es la mina de Touro-O Pino, ubicada en la provincia de A Coruña. Con una extensión de 600 hectáreas, este yacimiento estuvo activo durante más de una década, entre los años 1974 y 1988.
Una vez finalizada la extracción minera en Touro, los análisis realizados en los suelos detectaron un pH inferior a 3 y una presencia excesiva de sulfato, aluminio, hierro y magnesio, lo que impedía el desarrollo habitual de la vida en esa zona.
Ante esta situación, la solución se encontraba en los tecnosoles. Científicos se pusieron manos a la obra y crearon suelos que no solo restauraron la propia mina, sino que también propiciaron la regeneración de los ecosistemas perdidos.
Hoy en día este proyecto pionero se ha convertido en un ejemplo a seguir a nivel internacional, dado que tras varias décadas se ha conseguido rehabilitar más de un 80% del terreno afectado. Además, se abre un nuevo camino en el campo de la recuperación de suelos degradados gracias a la utilización de lodos o fangos provenientes de plantas de depuración.
Con esta técnica se ha conseguido un gran logro en términos de sostenibilidad, dado que no solo se cuida el medioambiente de una forma directa y evidente, sino que también se avanza a la hora de dar una nueva vida a residuos y desechos de diferentes sectores.
Los lodos se posicionan como una alternativa eficaz para la recuperación de suelos degradados
Tal es el poder regenerativo de los lodos provenientes de plantas depuradoras, que desde la EDAR de Bens, empresa que gestiona el ciclo urbano del agua en los municipios de A Coruña, Arteixo, Cambre, Culleredo y Oleiros, se destinaron más de 22.000 toneladas de sus lodos al proyecto Life Reforest, con el objetivo de contribuir a la reforestación de suelos incendiados mediante la creación de tecnosoles.
La antigua mina de As Pontes, actualmente reconvertida al mayor lago artificial de Europa, también fue tratada con lodos de depuradoras, entre otro tipo de residuos. Estos fangos se emplearon como parte fundamental de la implantación y el posterior desarrollo de vegetación en la zona afectada por la actividad minera.
Con ello, se hace evidente el potencial que tienen las estaciones depuradoras de cara al reto al que se enfrenta la minería para cumplir con los parámetros de sostenibilidad del futuro. Tanto a nivel legislativo como de cara a la opinión pública.
La aparición de alternativas como esta da una segunda vida a suelos degradados aprovechando recursos de otros sectores y cerrando un círculo que posiciona la minería entre los estándares de exigencia actuales a todos los niveles.