Galicia: un paisaje tallado por la minería romana

2022-03-03T11:37:52+01:0003/03/2022|

El Dorado, la ciudad perdida hecha de oro, llevó a muchos conquistadores a emprender una búsqueda peligrosa e inútil a través de las selvas y montañas de Sudamérica. Sin embargo, miles de años atrás, para los romanos, el sueño de El Dorado se hizo realidad en Gallaecia.

El noroeste de la Península, en especial las provincias de la Gallaecia y la Lusitania, fueron las principales proveedoras de oro para el Imperio Romano a partir de Augusto, que reinó a caballo entre el siglo I antes de Cristo y el siglo I después de Cristo. Durante estos años, cientos de toneladas se movieron desde el noroeste peninsular. El metal precioso extraído de Galicia, Asturias y el norte de Portugal fue el que después circuló a lo largo del vasto territorio del Imperio en forma de monedas llamadas áureos. La cifra exacta no se conoce, pero los expertos hablan de unas 190 toneladas de oro movidas desde Galicia, para hacernos una idea algo más de 5.800 millones de euros (según la cotización actual del metal).

De toda esta actividad quedan huellas en muchos municipios gallegos. Y es que la minería es la actividad económica que mejor ha quedado gravada en el paisaje, así es como a través de senderos y caminos circundantes a los ríos gallegos podemos seguir las pegadas de nuestros antepasados mineros, esos gallegos que tributaban a Roma dedicando parte del año a trabajar en las explotaciones auríferas y que gracias a ello tenían ciudadanía romana.

Si seguimos el curso del Miño y de sus afluentes nos encontraremos con zanjas, canales artificiales y murias (acumulaciones de cantos rodados) que no están ahí por casualidad, sino que son la huella de la minería del Imperio Romano.

La minería romana fue además muy avanzada para los años en los que se desarrolló, y como ejemplo de las modernas técnicas empleadas, tenemos los ‘montes furados’ como el de Quiroga (Lugo). Se trata de un atajo a un meandro del río Sil; de esta manera pudieron secar y hacer crecer el Sil a su gusto y, así, recoger de vez en cuando los sedimentos cargados del metal. Se excavaron 120 metros de longitud y 20 metros de ancho para hacer pasar el agua. Al quedar los limos y arcillas del fondo del río al descubierto, se recogía el preciado material.

El proyecto Avraria: el estudio de la minería en O Courel

El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) comenzó en 2020 el proyecto Avraria, iniciativa que tiene como objetivo comprender los cambios que la minería de oro en Hispania supuso sobre la organización del territorio, la estructura económica y la configuración del paisaje.

La meta del proyecto es desarrollar una síntesis histórica que aporte una imagen global del papel desempeñado por el oro ibérico en la evolución política y económica del Imperio Romano, y de su impacto local en la configuración del paisaje.

Los científicos implicados en el proyecto comenzaron sus investigaciones en los depósitos de agua empleados para abastecer las explotaciones mineras romanas de O Courel (Lugo). El equipo del CSIC realizó sondeos en esta zona para secuenciar cronológicamente la evolución de las labores mineras en esta zona de montaña que hasta la conquista del Imperio Romano apenas tenía población.

Los primeros datos obtenidos permiten valorar los cambios sucedidos a lo largo del tiempo en las formas de ocupación del territorio de O Courel desde el momento inmediatamente anterior al comienzo de las labores mineras, durante su desarrollo y tras su abandono. El estudio pone de manifiesto que de la ocupación romana de O Courel surgió una nueva red de poblamiento a través de la apertura de decenas de minas auríferas.

El trabajo de campo de Avraria se extenderá hasta 2024 por las minas del cuadrante noroccidental de la península, entre ellas la de Montefurado.

El proyecto contempla cuatro grandes líneas de actuación: la identificación de las explotaciones, la cuantificación del volumen de oro extraído, la determinación del inicio y fin de la explotación de oro en Hispania, y, por último, el estudio del impacto medioambiental de la minería.

En este momento ya disponemos de un completo mapa de minas de oro entre los siglos I y II después de Cristo, que han elaborado a lo largo de años los investigadores del equipo Estructura Social y Territorio-Arqueología del Paisaje del CSIC, apoyados por la Universidad de Santiago de Compostela, comandados por el director Javier Sánchez-Palencia, salpica de puntos Galicia. Concretamente el Baixo Miño se muestra colmado de hasta 144 minas, muchas de ellas a orillas del río Tela que atestiguan el aprovechamiento aurífero.

La mina de oro subterránea más grande de Galicia

Pero la explotación minera durante los años del Imperio no solo se realizaba en la superficie. Durante el verano de 2021, la limpieza de un monte en Tabagón (O Rosal), en la comarca pontevedresa de Baixo Miño, sacó a la luz varios pozos de una milenaria mina de oro romana.

Según Óscar Pazos, el geólogo encargado de publicar su descubrimiento, la mina cuenta con varias hectáreas de superficie y galerías de hasta 30 metros de profundidad. Cifras que la sitúan como la mayor explotación subterránea de esas características encontrada hasta la fecha en Galicia.

Para describir el alcance del hallazgo, Pazos cuenta que la mina de oro romana bajo tierra más grande descubierta en la Península está en Valongo, cerca de Oporto, en Portugal, con galerías que en algún punto alcanzan los ochenta metros de profundidad y en las mismas capas geológicas que Tabagón.

Minería sostenible monedas de oro

La minería romana y el Reino de Galicia

El geólogo Óscar Pazos, también explica en su libro ‘A invención da Gallaecia e a minería romana’ que el emperador Vespasiano concedió la ciudadanía latina a las provincias hispanas al acceder al poder en el año 69 porque era la forma de asegurar que los metales que se extraían en ellas, especialmente los preciosos de la Gallaecia y la Lusitania, llegaban a manos del emperador. Lo que podría explicar por qué las antiguas tribus de pobladores de la Gallaecia fueron abandonando los castros que habitaban y empezaron a establecerse en las ciudades que Roma iba fundando.

La minería no solo afectó al paisaje, sino que el resultado fue la conformación de una identidad propia como pueblo y de estructuras sociopolíticas particulares.

El experto añade que, además, la Gallaecia fue la única provincia que mantuvo el autorreconocimiento tras la caída del Imperio con la invasión de los pueblos bárbaros, que fundaron el Reino de Galicia, y que lo mantuvo sostenidamente en el tiempo.