El papel de la minería en la transición energética

2023-01-04T13:36:01+01:0004/01/2023|

La minería y las energías renovables están intrínsecamente relacionadas, y aunque a simple vista este nexo de unión no sea tan fácil de apreciar, sin los materiales extraídos de las canteras, no sería posible fabricar turbinas eólicas o crear redes eléctricas. Al igual que tampoco podríamos hablar del coche eléctrico, una realidad cada vez más común en nuestro día a día que ha conseguido reactivar el mercado de los metales.

Según la definición de la Agencia Internacional de Energía renovables (IRENA), la transición energética es un cambio de rumbo hacia una producción de energía con cero emisiones de carbono para la segunda mitad de este siglo. Es decir, en virtud de la necesidad de utilizar materiales como base para la creación de tecnología de la energía verde, podemos afirmar que, por este y otros muchos motivos, la industria minera juega un papel fundamental en la lucha contra el calentamiento global y el apoyo a la transición energética.

Materiales estratégicos para activar la energía verde

El proceso de transición hacia un sistema energético con bajas emisiones de carbono lleva décadas activo. A medida que ha aumentado la capacidad energética global, el uso de las energías renovables también se ha ido expandiendo hasta representar el 72% del conjunto total de la nueva capacidad instalada. Esto se debe, en gran medida, a la puesta en marcha de políticas gubernamentales para cumplir los objetivos de descarbonización y mitigación climática establecidos en el Acuerdo de París.

El crecimiento de este tipo de tecnología ha producido un aumento de la demanda de minerales estratégicos, más concretamente la energía fotovoltaica, eólica y geotérmica, que son las que requieren de una mayor cantidad de minerales y metales para su fabricación. Por ejemplo, cada aerogenerador contiene alrededor de 3,5 toneladas de metal y cada coche eléctrico necesita 83 kilogramos de cobre.

Según un estudio del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), si en 2050 llegásemos a los 10 millones de coches eléctricos en circulación, harían falta 330 000 toneladas de cobalto anuales para sus baterías. Lo que nos pondría en un grave aprieto, ya que actualmente la extracción de este material está cifrada en tan solo 290 000 toneladas.

En general, se espera que la demanda de materias primas crezca hasta alcanzar casi el 500% de lo que representa en la actualidad para 2050. Un aumento que tiene como finalidad la fabricación de tecnología de la energía limpia, sobre todo aquellos materiales concentrados en tecnologías de almacenamiento de energía, como el litio, el grafito y el cobalto.

Tecnologías de la energía limpia y su efecto sobre la demanda de minerales

Según el último informe del IEA (Agencia Internacional de Energía) acerca de la transición energética y el papel que tienen los materiales estratégicos en ella -publicado en mayo de 2021 y titulado ‘El papel de los materiales críticos en las transiciones de energía limpia’-, la demanda de productos mineros crecerá a una velocidad vertiginosa a medida que se aceleren estos procesos en todo el mundo.

El creciente despliegue de tecnologías de energía limpia está configurado para impulsar la demanda de minerales críticos, de hecho, en 2040 se estima que la demanda total de minerales de las tecnologías de energía limpia se duplicará en los STEPS (Sistema de Traslación y Elevación de Personas) y se cuadriplicará hasta 2050, año en el que se esperan alcanzar un índice de emisiones netas del cero por ciento.

El cobre, el níquel y el grafito son los actores principales del Escenario de Desarrollo Sostenible (SDS por sus siglas en inglés) establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas, con la mayor demanda por peso, seguidos de cerca por el litio, cuya demanda ascenderá a 40 veces el volumen actual. Además, se producirá un crecimiento importante del níquel, causado por la reducción del uso del cobalto en las baterías.

El 70% de los minerales estratégicos que se consumen en todo el mundo se destinan a satisfacer las necesidades de las redes eléctricas. Así como la energía eólica, especialmente la marina, que lidera el impulso del crecimiento de la demanda, seguida de cerca por la solar fotovoltaica, que se ha multiplicado casi por 20 en la última década impulsada por la diminución de los costes y el fuerte apoyo de las políticas en regiones clave. Sin embargo, la energía hidroeléctrica, nuclear y biomasa hacen solo contribuciones menores dada sus modestas adiciones de capacidad de almacenamiento.

Turbinas, o cómo la energía eólica ha despuntado la demanda de tierras raras

La capacidad de energía eólica instalada a nivel mundial se ha cuadriplicado durante la última década, impulsada por la caída de los costos y el apoyo a las políticas de más de un centenar de países, al igual que en el caso de la energía fotovoltaica. Además, la industria de los eólicos ya se prepara para un crecimiento aún mayor hasta 2050, en el que también está incluida la eólica marina.

Para la fabricación de turbinas eólicas se necesita hormigón, acero, hierro, fibra de vidrio, polímeros, aluminio, cobre, zinc y REE (tierras raras), en cantidades que van a depender del tipo de turbina. Por ejemplo, las más eficientes -turbinas con imanes permanentes- requieren una gran cantidad de tierras raras. Lo que significa que en el SDS (Escenario de Desarrollo Sostenible por sus siglas en inglés) se triplicará la demanda de REE. Al igual que el cobre que alcanzará los 600 kt, posicionando a la energía eólica como el consumidor del 40% del total de este material extraído en todo el mundo.

El pasado y, sobre todo, el futuro de la energía eólica da como resultado un escenario en el que son muy necesarias las denominadas ‘tierras raras’, el cobre y muchos otros minerales y metales en general. Por lo que, en definitiva, el avance de la transición energética está íntimamente ligado al aumento exponencial de la demanda de las materias primas de origen mineral.

La perspectiva del aumento de la necesidad de materias primas mineras sugiere oportunidades prometedoras para los países ricos en este tipo de recursos y también, un contexto en el que se hace cada vez más palpable la dependencia que sufre Europa de terceros países. Por lo que es el momento de apostar por las explotaciones propias en suelo europeo, que rompan la dinámica de desabastecimiento y subida de precios en la que actualmente está sumida nuestra industria, y que sean sostenibles y respetuosas con el entorno en el que actúan, el presente y el futuro.